Cómo preparar café ‘cold brew’ en casa

Hace poco lo de cold brew nos sonaba a marcianada, pero poco a poco este concepto cafetero se ha ido haciendo hueco en los menús de muchas cafeterías. Al menos de especialidad, donde este café infusionado en frío -eso significa cold brew– es una excelente alternativa al café con hielo.

«El cold brew no es propiamente un café, es un método de elaboración que necesita agua fría y tiempo para sacar los sabores del café», matizan desde Syra Coffe, la cadena de cafeterías de especialidad con locales en Madrid y Barcelona, y que nos ha explicado cómo preparar este cold brew en casa. En realidad, no tiene ningún misterio, aunque sí es importante tener en cuenta algunos detalles.

Empezando por la cafeína. Por su elaboración, tiene mucha más que un café expreso o de filtro convencional, así que es importante moderar la cantidad que se consume. Por muy fresquito y rico que  esté, y por muy tentador que resulte tener una botella lista en la nevera.

También es interesante que, al elaborarse en frío, resulta mucho más suave, menos ácido y amargo que el café elaborado en caliente. Aunque es verdad que el café no debería ser amargo si se hace bien, seguro que todos hemos sufrido muchos cafés terribles con hielo.

La receta

Necesitaremos café de calidad molido con grosor medio o grande, agua (si la del grifo es regular, mejor filtrada) y un recipiente. Hay botellas expresamente diseñadas para cold brew, pero en realidad cualquiera con infusionador sirve. También una botella de cristal y una malla -suficientemente fina como para que el café molido no se cuele- funcionará sin problema.

¿Proporciones? 10 partes de agua por una de café. Es decir, para medio litro de agua, usaremos 50 gramos de café molido. Ponemos el café en la malla o el recipiente que sea, vertemos el agua, removemos suavemente para asegurarnos de que se ha mojado el café, y lo metemos en la nevera. Necesitará unas 24 horas para estar listo, o algo menos (16 horas) si lo dejamos a temperatura ambiente.

A partir de esta receta base, lo suyo es ajustar cantidades y tiempo -y variedades de café- hasta dar  con la fórmula que más nos gusta. Una vez listo, se puede tomar tal cual o servir en un vaso con hielo para que sea todavía más refrescante.

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