‘Babor’ y ‘Estribor’, vinos marineros para acompañar las conservas

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Montar un bar es, posiblemente, uno de los planes soñados por muchos grupos de amigos. ¿Quién no lo ha propuesto alguna vez en voz alta una de esas noches que se alargan demasiado? «Tendríamos que montar un bar», y todo eso. A la mañana siguiente, por suerte para la economía y la amistad del grupo, el plan suele quedar en nada.

Pero resulta que hay una idea incluso más atractiva que eso del bar: elaborar un vino propio. Eso es precisamente lo que han hecho los miembros de Santoñismo, un grupo de amigos que no solo reivindican los encantos de Santoña, un tranquilo pueblo costero de Cantabria, sino que se han animado a sacar dos vinos acorde a la filosofía de la zona.

Abrimos una octavilla de anchoas -estamos en zona conservera- para probar el blanco Estribor y el tinto Babor mientras Raul Gil, uno de los responsables del proyecto, nos explica el origen de estos vinos que prometen ser perfectos para maridar pescados y conservas en general, y anchoas en particular.

Babor-estribor_02Y la verdad es que se llevan estupendamente. El blanco, suave, afrutado pero sin pasarse. De esos que se beben solos y que entre el sol, el entorno -estamos en el paseo de la playa- y las anchoas, invita a quedarse por allí a pasar unos días. Algo así es lo que les pasa a este grupo de amigos reunidos en torno a la idea del santoñismo como forma de vida. La mayoría vive fuera (Bilbao, Madrid…) pero veranean o son de este pueblo. Y lo echan de menos cuando no están, claro.

Y estos vinos son su particular homenaje a Santoña donde, además de conservas, también existía cierta tradición vinícola que se pretende recuperar. De momento, de la elaboración se ocupa una bodega cercana, pero el objetivo es replantar vides por la zona y tener bodega propia.

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Por ahora el vino puede encontrarse en muchos bares del pueblo y la zona, aunque la idea es comenzar a venderlo también online. El blanco gusta mucho; al tinto -ligero, fresco, coherente con la línea del blanco- le cuesta más seducir a unos paladares aquejados de riojitis y que buscan contundencia en los tintos.

Pero éste es de esos que piden otra copa después de la primera. Que refrescados, en verano, y con algo de pescado en la mesa forman -como prometen sus creadores- un matrimonio perfecto. De los que invitan a quedarse en un lugar o querer volver pronto.

Y es que si el éxito de un vino se mide por criterios como éste -a nosotros nos gusta más que aquello de ‘redondo en boca’ que se dice en las catas-, sin duda Babor y Estribor son todo un éxito.

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