A priori, no tiene el glamour de otros platos. Tampoco desata polémicas y concursos sobre cuál es el mejor del país. De hecho, tiene ese punto de plato de toda la vida que igual a alguno le hace poner cara de extrañeza al saber que existe una buena legión de fans de los escalopes. Un grupo al que, sin duda, nos apuntamos.
¿Cuánto hace que no comes un buen escalope? Sí, hablamos de un sencillo filete de ternera empanado. No parece tener mayor misterio, pero la calidad de la carne, conseguir que quede fina y tierna, el rebozado -lo mismo: fino, crujiente y que no se despegue- hacen que haya diferencias notables entre un escalope sin más, uno bueno y uno extraordinario.
En Madrid, el que sirven en La Ancha tiene merecida fama de ser uno de los mejores del país desde hace muchos años. De una finura única y un tamaño considerable que se ha convertido en seña de identidad, la idea aterrizó también hace años en Barcelona a través de Fismuler, perteneciente al mismo grupo y liderado por los hermanos Nino y Santi Redruello.
¿Y qué hacemos ahora hablando de estos escalopes con la hostelería de Barcelona cerrada y la de Madrid a medio gas por la dichosa pandemia? Muy sencillo: este escalope con nombre propio (Armando, que todavía no lo habíamos dicho) ahora se puede pedir para llevar o envío a domicilio. Una opción que en la capital ya estaba operativa desde hace meses pero que ahora también se puede disfrutar en Barcelona.
Además del escalope de ternera en dos tamaños, de 40 y 30 centímetros (a 18 y 14 euros, respectivamente), la carta incluye también versión de pollo y pescado (mero). Llega perfecto a casa, pero si hay que recalantarlo recomiendan hacerlo en el horno a máxima temperatura (200 grados o más) durante unos 45 segundos.
La carta también incluye algunos de los platos más aclamados de los restaurantes del grupo. Como las tortillas -de La Tortilla de Gabino en este caso- en diferentes versiones: con cebolla (mucha), sin, con unos pimientos asados que pasan automáticamente a la lista de los mejores que hemos probado nunca, u otro de los éxitos de la casa: la tortilla con callos. Poco cuajadas y con un precio muy ajustado (a partir de 9 euros), son un éxito asegurado.

Tampoco falta la mítica tarta de queso de Fismuler, de nuevo a un precio sorprendentemente ajustado de 12 euros y suficiente para 2 o 3 personas que hayan dejado un buen hueco para el postre. Una tarta de quesos deliciosa y de sabor potente (incluye queso azul e Idiazabal ahumado en la receta), y de esas fluidas para comer con cuchara y casi mejor en el mismo recipiente que pelearse para intentar sacar una porción.
Cocina y platos sencillos y populares elevados a otro nivel y que han sabido adaptarse de forma muy ágil a estos nuevos tiempos en los que pedir comida para casa es cada vez más habitual o, sencillamente, la única opción en muchos lugares ahora mismo.