«¡Cómo sois las madres con las verduras!» Esa fue la primera reacción al proponer otra receta de verduras para esta sección pensada para cocinillas con retoños. Pues sí, así somos muchas -y muchos-, que nos negamos a aceptar que un niño pueda crecer sin salirse del trío macarrones, filete empanado y helado. Y la prueba del algodón de que eso no va a pasar es convencer a los más pequeños de que coman verduras, y con alegría.
Como me decía uno de los padres de la escuela de mi hijo, la comida es el auténtico reto educativo con los hijos. Es en la mesa, y en los fogones, donde debemos desplegar todo nuestro repertorio de recursos persuasivos. La batalla de los dulces y la carne están ganadas de serie, pero para el pescado y la verdura hay que salir a luchar.
Una de las formas para conseguir que acepten la verdura es combinándola con sabores fuertes y potentes para ellos, como la carne. Y con una presentación diferente, claro. La receta de hoy sirve como explicación básica para una de las fórmulas que suele funcionar: rellenar verduras con carne.
Y, como siempre, os contamos la receta con un gráfico que explica todo lo necesario para prepararla -está lista en media hora- sin ningún problema.
En este caso hemos utilizado unos calabacines redondos, que pronto estarán en plena temporada y ya se empiezan a dejar ver. Es un tipo de calabacín relativamente nuevo por aquí, que sorprende y además tiene ese toque cuqui cuando lo servimos. Puede parecer una tontería, pero en casa funciona.
Cocemos el calabacín al vapor para conservar al máximo sus propiedades y su sabor neutro. Así el relleno de carne con un sofrito de tomate dominará en el plato que es lo que, en parte, queremos conseguir.
Aunque no nos engañemos: el problema de las verduras no es el sabor porque si fuera así la negativa a comerlas sería después de probarlas, no antes. Si el problema es el aspecto, puede que estas apetecibles bolas rellenas ayuden a más de uno a descubrir lo ricos que están los calabacines.