Tarragona en seis planes gastronómicos diferentes

Dice The New York Times que Tarragona es uno de los destinos más recomendables para este 2023. Y la verdad es que estamos de acuerdo. Confesamos, eso sí, que como pasa tantas veces con los lugares que pillan relativamente cerca, no le hacemos todo el caso que merecen, y las visitas se espacian más de lo deseado.

Para remediarlo, hace poco pudimos pasar un par de días por allí haciendo lo que más nos gusta a la hora de viajar: comer y beber. Ese era el plan, pero intentando salirse un poco de las rutas y lugares más habituales, y buscándole una vuelta más local a eso del tarragonismo gastronómico.

Esta media docena de planes son perfectos para descubrir esa otra Tarragona que no sabemos si es la que le gusta a The New York Times, pero que merece mucho la pena para organizar una próxima escapada.

Desayuno de forquilla en Torreforta

Alejarse del centro siempre es una buena idea si se trata de descubrir propuestas diferentes en cualquier ciudad del mundo. Así que este viaje tiene varias paradas en barrios de Tarragona que rara vez aparecerán en las guías turísticas.

Empezando por Torreforta. Y bien temprano, porque hay que llegar al bar La Rosa (Carrer de l’Ebre, 9) antes de que esté lleno o de que se empiecen a terminar algunos de los platos que sirven en sus contundentes desayunos de forquilla.

Un bar de esos sin redes sociales -que dice nuestro colega Txaber Allue, guía de este recorrido-, pero con muy buenos callos, añadimos nosotros. Y ensaladilla, y sepia con alioli, y albóndigas, y calamares…

Lleva abierto desde 1956, y estos desayunos de cuchillo y tenedor son la especialidad de la casa. Sus callos, de hecho, son ya famosos. Uno de esos lugares que, cuando te llevan a ellos, siempre se duda si es mejor contarlo y compartirlo o guardarnos el secreto para que no acaben llenos de foodies de esos. Como nosotros, sí.

En este mismo barrio, los sábados hay un pequeño mercadillo y también se puede dar una vuelta por el mercado municipal. Lo que sea por pasear y bajar el desayuno.

Un buen café en Casa Quadrat

El café de especialidad no ha llegado a Torreforta. De hecho, tampoco es fácil encontrarlo en Tarragona, así que Casa Quadrat (Canyelles, 3) es visita obligada si hay antojo de un buen café.

Un local muy acogedor que, además de café, también vende y sirve una excelente selección de vinos, conservas y productos gourmet locales.

Con ellos, elaboran platos sencillos pero ricos, de esos que no tienen mucho misterio porque la clave es recurrir a buenos ingredientes. Merece la pena probar el tartar de fuet con pan de croissant.

¿Comer bien en la zona más turística?

Si preguntamos por buenos restaurantes, seguramente nos envíen al barrio del Serrallo, o a clásicos de la ciudad como el AQ, o más desconocidos, pero muy recomendables, como El Cup Vell.

Las zonas más turísticas siempre suele ser mejor evitarlas si la idea es comer bien y a un precio correcto. Pero incluso en pleno centro histórico hay opciones. Bueno, en realidad, nos cuentan que lo del restaurante Donosti (Plaça de la Font, 16) es una excepción en esta zona.

Un buen lugar con amplia terraza para hacer el vermut, picar algo, comer o cenar. El nombre ya deja clara la influencia de algunos platos de la carta (como los pimientos de Gernika de la foto o la tortilla de bacalao), aunque no podemos decir que se trate de un restaurante vasco.

El tapeo se resuelve muy bien con croquetas ricas y chipirones a la andaluza, por ejemplo, mientras que otra buena opción es apostar por la brasa, donde encontramos chuletones o solomillo, pero también berenjena o calamar.

Uno de esos lugares con opciones suficientes para contentar a todo el mundo y que pelean por hacerlo bien y no vivir a costa de turistas despistados

Un helado de Chartreuse

¿No conoces el Chartreuse? Este licor de hierbas de origen francés y de color verde se elaboró durante muchos años en Tarragona, así que es casi un emblema de la ciudad. Si te gusta, o al menos lo conoces, ya tienes medio pasaporte de tarragoní.

Una forma diferente de probarlo es en formato helado. De hecho, una bola de este sabor mientras paseas hasta el final de La Rambla, tocas ferro (así se conoce llegar hasta la valla que se asoma al mar) y cuentas barcos, te acredita ya como ciudadano ilustre de Tarragona.

Allí al lado, en Raffa Gelati, lo sirven entre otras decenas de sabores. ¿Está rico? Gran pregunta. Digamos que es diferente y que, ya que estamos aquí, hay que probarlo.

Pasteles en La Velvet

Si somos más de desayunos dulces, una muy buena opción es La Velvet (Av. de Ramón y Cajal, 49). De sobra conocida por los locales, no es raro encontrarse aquí colas para comprar sus pasteles y tartas. En el interior tienen también algunas mesas.

El surtido es amplio, desde tartas -la red velvet que le da el nombre es de las más conocidas- hasta pasteles de moda como los New York Rolls, o propuestas más sencillas y tradicionales, como unos estupendos croissants y, en temporada, deliciosas cocas de cereza.

En el obrador oficia Marc Garcia, pastelero de Tarragona de toda la vida que, por cierto, también es firme defensor del Chartreuse como sabor local de la ciudad. Él lo utiliza, integrado en una crema pastelera, para preparar alguna de sus tartas.

Domingo en el mercadillo de Bonavista

Nos cuentan que cada domingo hay autobuses que traen gente desde Salou y otras localidades turísticas de la costa de Tarragona. Y no es de extrañar, porque el Mercat setmanal Bonavista es toda una institución y, de verdad, merece la pena dedicarle una mañana de domingo.

Está abierto desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde y algunos dicen que es el mercadillo más grande del país. El ambiente es de lo más animado, el precio de la fruta muy bueno (tal vez demasiado en algunos casos), y no faltan churrerías y puestos donde tomar o comer algo.

De todos modos, ya que hemos llegado hasta el barrio de Bonavista, nada mejor para completar el plan dominguero que visitar más bares de esos sin Instagram. Por aquí hay unos cuantos, pero nosotros recalamos en el Bar Gómez, un clásico del barrio.

Aunque los callos convencen menos que los del bar La Rosa, hay consenso general en la mesa de que estamos ante una de las mejores patatas bravas del universo.

El compañero Óscar Gómez, con quien compartíamos viaje, se animó a preguntar por la receta de la salsa y le explicaron que, por supuesto, le darían todos los detalles si llegaba con un buen cheque y compraba el bar.


Este artículo es una colaboración con Tarragona Turisme.

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