Ni apuntarse al gimnasio -sólo irás la primera semana y lo sabes-, ni hacer una dieta absurda, ni colarte en la próxima edición de MasterChef. Si eres de esos que con el año nuevo saca la libreta y hace una lista de propósitos y quieres ser un mejor cocinillas en 2014, lo mejor será que cojas prestada alguna de estas geniales y obvias ideas que ya hemos anotado para estrenar nuestra agenda. ¿A alguien se le ocurre una idea mejor para empezar el año que comer mejor?
Probar ese ingrediente que se nos resiste. Nadie es perfecto. De hecho algunos estamos tan lejos de serlo que, por ejemplo, no nos gustan los espárragos blancos. Sí, somos de esos, lo reconocemos. Pero para 2014 nos hemos propuesto superar esta abofeteable manía y acabar el año comiendo espárragos. De Navarra, claro. Y es que sólo de pensar los años de vida que perdimos sin hincarle el diente a las alcachofas -otra manía superada- es como para hacérselo mirar. Así que cada cual que elija su ingrediente atravesado preferido y a por él. Lo de las coles de bruselas lo dejamos para 2015, eso sí.
Más caldo. Otra asignatura pendiente: los caldos. Nada más barato, sencillo y práctico para tener siempre preparado en el congelador y salvar una comida o una cena. En Bilbao los caldos están presentes hasta en los bares –salda dago– así que ya es hora de empezar a darle al apio, los huesos y las carcasas de pollo. Un 2014 entre pucheros a fuego lento no es un mal plan.
Viva la tartera. Si eres de esa especie en extinción que tiene trabajo y además te toca comer cada día fuera de casa, seguro que ya has descubierto que sobrevivir a base de bocadillos infames o menús del día no es una buena idea ni para el bolsillo ni para llevar una alimentación en condiciones. Así que ha llegado el momento de rescatar la tartera -¿hemos dicho ya que nos encanta esa palabra?- y llenarla de cosas ricas. Porque tampoco es plan de vivir a base de pasta, arroz o ensaladas insulsas. Este libro puede ser una buena guía para afrontar este propósito, aunque, en realidad, basta con dedicar un poco más de tiempo a cocinar y sacar los tuppers del armario.
Vuelta al mercado. Ya no es sólo una cuestión de calidad o, con un poco de suerte, de precio. Comprar en el mercado es más cool y todos lo sabemos. Tampoco es que todos los supermercados o las grandes superficies sean el mal -algunos de sus presidentes sí- pero volver al mercado o a esas tiendas del barrio que merecen la pena puede aportar algo de sentido común a nuestra despensa. Además, dedicar el sábado por la mañana a las compras y rematar con un vermut es un planazo difícil de superar.
Temporada y producto de proximidad. Los tomates en verano y traídos de lo más cerca posible. ¿Verdad que no es tan difícil? Las temporadas de los productos es una de esas cosas elementales que se nos han olvidado en algún momento -mientas nos volvíamos gilipollas, al parecer- y que ahora parecen ser casi un misterio. Una pista, estamos en invierno así que ahora toca darle a las mandarinas, las acelgas y los guisantes, no a los melocotones de la otra punta del mundo. Apuntarse a una cooperativa de consumo o intentar acercamos directamente al productor a través de las decenas de páginas de Internet que se dedican a ello puede ser un complemento perfecto para nuestro plan de volver al mercado.
Bares, vermut, pintxos… Este es uno de esos propósitos fáciles de adoptar y que seguro que ya hemos cumplido otros años. Si no, nunca es tarde para reflotar la economía de muchos bares a base de cañas, tapas, pintxos, vermut, pintxopote o lo que sea. Desde que descubrimos el mapa de En Ocasiones Veo Bares nuestra vida y rutas por Barcelona han cambiado, para defender las bodegas de toda la vida frente a tanto local de esos diseñados con papel de calco. «Las cañas a 3 euros y sin unas míseras olivas, ¡para los guiris!«, puede ser un buen grito de guerra para afrontar esta misión. Hacer apología del bote para no pagar cada uno lo suyo -horror- y de ir de bar en bar en lugar de pasar horas en uno, también figura entre nuestros planes, pero es verdad que jugamos en un lugar complicado.
Hacer pan. Harina, agua y sal. Pocas cosas hay más básicas que el pan y más placenteras que sacar del horno nuestra primera hogaza o ver cómo va creciendo una masa madre. Es más fácil de lo que parece. Basta con darse una vuelta por la red o por la librería y perderle el miedo al mundo panarra. Si nos sigue dando pereza mancharnos de harina -hay gente así de rara, oye- declaremos la guerra al pan malo en 2014 y busquemos -seguro que alguien ya la ha encontrado por nosotros- esa panadería de nuestra ciudad en la que hacen pan en condiciones.
Nuevos vinos, más cerveza de la buena. Por si alguien no lo había notado, la cerveza artesana está casi tan de moda como los cronuts esos. Un buen momento para darle una oportunidad y descubrir un nuevo mundo más allá de las llamadas cervezas industriales. En Barcelona y Madrid los bares en los que es posible encontrar todas estas «nuevas» cervezas en botella o barril aumentan cada día y seguro que en otras ciudades más pequeñas también hay cada vez más locales, así que ya tenéis deberes para este año. Y ya puestos con el tema etílico, salirse de los Rioja y los Ribera de toda la vida -que también están muy buenos- a la hora de elegir un vino tampoco es una locura.
Más exigentes. Los gurús y listillos suelen decir que las crisis son en realidad una oportunidad. Tras esa soberana estupidez se esconde una pequeña verdad: es una oportunidad para volvernos un poco más exigentes ahora que el presupuesto es justo. No se trata de pedir milagros a los restaurantes -que tampoco lo están pasando bien- o menús gourmet a 5 euros (peste de cupones descuento), pero sí unos mínimos si quieren que volvamos. Ahí fuera hay un montón de bares y restaurantes con menús del día decentes por algo más de 10 euros (o menos) y gente que sabe hacer bien las cosas, sin tonterías ni vender humo. Esos son los que merecen nuestra fidelidad. Y por supuesto, entre un pequeño negocio y una cadena con 14 locales…
Un capricho. Pero no acabemos este decálogo de propósitos con mal sabor de boca y hablando de la puñetera crisis. En 2014 seguirá acompañándonos, así que darnos un pequeño capricho gastronómico puede ser una buena forma de sobrevivir. Cada cual se funde los ahorros en lo que quiere o puede y quienes anden por aquí seguro que están dispuestos a invertir en una buena comida o cena. Con o sin Estrella Michelín, da igual. Hay menús degustación muy correctos que no cuestan un dineral y cada vez más restaurantes de cierto nivel ofrecen menús a mediodía en los que probar algunos de sus platos sin arruinarse.