Los recientes datos publicados sobre la obesidad infantil en España son realmente alarmantes. Las niñas y los niños de entre 6 y 9 años comen mal, y los ultraprocesados han ido sustituyendo a la comida de verdad en muchos menús. Y el desayuno, con bien de zumos, leche con cacao y bollería es la mejor prueba de ello.
La falta de tiempo y el caos de la mañana suelen ser la justificación habitual para acabar recurriendo a estos productos. Eso, y la obsesión con que coman algo y salgan desayunados de casa aunque eso solo se consiga con una vaso de leche con cacao y unas galletas.
Forzar a comer, a las 8 de la mañana o a las 7 de la tarde, nunca ha sido una buena idea. De hecho, ahora ya sabemos que es mejor que desayunen algo sano a media mañana, cuando ya les haya entrado hambre, que no que se coman 2 magdalenas del super para que no se vayan con el estómago vacío al cole.
Y si desde pequeños se han acostumbrado a productos poco saludables, tampoco es el fin del mundo. Poco a poco, con paciencia y probando con distintos alimentos vamos a conseguir mejorar su alimentación (y la nuestra).
Y, para empezar, nada mejor que sustituir galletas, bollería, zumos y demás del desayuno y de media mañana por alguna de estas ideas sencillas y rápidas de preparar, y mucho más sanas.
Fruta
Empezamos por lo más obvio. La fruta debería estar presente de uno y otro modo en todos los desayunos infantiles. La pueden tomar antes de salir de casa o llevarla al cole para tomar a media mañana. Lo ideal es buscar fruta de temporada que les guste o hacer un mix de varias. Un bol con algo de fruta variada o insertada en una brocheta para que les parezca más atractiva siempre funciona.
Otra forma de consumirla es en forma de compota casera. La de manzana o manzana y pera es deliciosa, y podemos dejarla hecha la noche anterior. Solo tenemos que lavar y pelar la fruta, y cortarla en trozos pequeños. La ponemos en un cazo y dejamos que se cocine a fuego bajo en su propio juego unos 20 minutos, removiendo de vez en cuando. Aplastamos o usamos un pasapurés y dejamos enfriar.
Yogur natural o queso fresco
Tanto el yogur natural, que incluso podemos hacer en casa en un momento (sin azúcar, ni sabores), como el queso fresco, también son buenos aliados para los desayunos. Un bol con unas uvas, queso fresco y un poco de pan de centeno es un desayuno de lo más completo.
Si combinamos un yogur natural con avena, unas nueces y un plátano troceado tenemos otra opción sana y muy rica. Si nos ponemos artísticos, siempre podemos hacer un parfait.
Huevos
Ricos, sanos, nutritivos, suelen gustar a todos pero, por algún motivo, los huevos pocas veces se tienen en cuenta en el desayuno de los niños. Revueltos, una tortilla francesa, pochado si estamos un poco más creativos… Cualquier forma de prepararlos sirve, y si lo que pasa es que da pereza encender el fuego por la mañana, lo podemos dejar como desayuno de fin de semana.
Hummus
Menos poner caras raras que el hummus suele gustar a los pequeños. A ser posible, no ese del supermercado que todos estamos pensando y que, entre nosotros, está muy sobrevalorado. En casa se prepara en un momento con un bote de buenos garbanzos cocidos y, una vez listo, aguanta bastante bien y puede ser un bocadillo o una tostada estupenda para la mañana.
Aguacate
No siempre tenemos por que recurrir a la tostada de aguacate con huevo poché y convertir a nuestro retoño en el instagramer oficial de clase. Un aguacate troceado con un poco de queso fresco o fruta con pan integral, es una opción de lo más saludable.
Si nos animamos, siempre podemos preparar un guacamole casero y acompañarlo con unos palitos de zanahoria, pero mejor evitar el guacamole que venden ya preparado.
Conservas
Otra buena opción que rara vez se contempla al pensar en el desayuno de los niños: las conservas de pescado. Dejando a parte el atún, del que no hay que abusar y que solo deberíamos consumir si es de buena calidad, otro tipo de conservas como la caballa o las sardinas son una opción muy saludable para el bocadillo de media mañana. O para el desayuno porque, ojo, lo de que el desayuno tenga que ser dulce igual es una de esas manías absurdas que nosotros les inculcamos sin que tenga que ser así.
Pan, pero bueno
Pan sí, pero no cualquiera. Lo ideal es consumir un pan de calidad y, a ser posible, que sea integral. Es fácil guardarlo porque podemos congelarlo incluso cortado para sacar al levantarnos solo la cantidad que queramos, un toque de tostadora y quedará como recién salido del horno.
Una tostada con tomate, aceite y queso fresco, con paté vegetal, hummus o aguacate son opciones sanas y perfectas para el desayuno. Una tostada de pan siempre será mejor que unas galletas o unas magdalenas.
Cereales no, avena sí
Parte habitual del menú mañanero de muchas casas, los cereales del desayuno son un producto que tendrían que desaparecer del desayuno. Así de sencillo. ¿Hay excepciones? Sí, pero no entre los de caja por mucho que sean sin azúcares, bio-eco-integrales o cualquier otra cosa.
Una alternativa sencilla y que suele gustar es la avena que, cocinada unos minutos con leche, crea algo tan típico como unas gachas. Si lo llamas porridge, le añades un poco de compota y algunos frutos secos tienes un desayuno excelente, rico y fácil.
También podemos hacer nuestra propia granola casera, aunque si usamos miel para endulzarla tampoco debería ser una opción para todos los días. Sí, la miel no es un sustituto sano del azúcar por mucho que algunos lo repitan.
Frutos secos
Los frutos secos, siempre que sean al natural o tostados al horno (no fritos), son el complemento perfecto para acompañar cualquiera de las propuestas anteriores: con fruta, sobre una tostada, acompañando queso fresco o incluso en un bol con yogur y avena.
Y otra opción que podemos preparar con antelación y tener siempre a mano para untar en el pan es convertir los frutos secos en crema, como una de pistachos o de almendras.
Artículo sencillo pero muy útil. Gracias.