¿Qué pasa si mezclamos comida rápida y una máquina de vending? El resultado puede sonar un tanto aterrador, pero resulta que en Ámsterdam esta fórmula es casi una institución. FEBO es una conocidísima cadena cuyos orígenes se remontan a los años 40 y que a día de hoy tiene más de 20 locales en la ciudad y 60 repartidos por toda Holanda.
Así que, en una reciente escapada, no pudimos resistirnos a la llamada de sus carteles amarillos y su máquina automática para dispensar hamburguesas, pollo frito y, sobre todo, croquetas. En realidad la cosa es bastante menos cibernética de lo que puede sonar, porque una persona se encarga de ir reponiendo cada una de las celdas con comida. Introducimos el importe exacto -ojo, que no devuelve cambio- abrimos la trampilla y a disfrutar de la alta gastronomía holandesa.
Aunque también hay un mostrador donde pedir las bebidas, patatas fritas y algunos otros platos, puestos a experimentar nos decidimos por el sistema automático y por las croquetas (kroketten) que resultan ser uno de los platos típicos en Ámsterdam. Sueltas o en formato de bocadillo (broodje kroket) acompañadas de mostaza. La fórmula del bocata de calamares -fritanga entre pan y pan- pero en versión croquetil.
Tal vez fueran las horas, la novedad o la caminata, pero el caso es que, contra todo pronóstico, las dos croquetas que probamos (a 1,60 euros la unidad) no estaban mal. Nada que ver con unas croquetas caseras en condiciones , pero mejor que esas aberraciones que pueblan la sección de congelados de nuestros supermercados.
En realidad la comparación con las croquetas de aquí es complicada, porque no tienen mucho que ver más allá de la idea básica: una masa de bechamel empanada y frita. En la versión holandesa la cobertura es mucho más dura y crujiente -sobre todo en estas de FEBO- y nada grasienta en plan fritanga.
Aunque el relleno habitual es con carne, hay diferentes versiones como las rundvleeskroket (con ragú de ternera) o las más exóticas satékroket, a base de carne especiada con curry y cacahuetes. También hay una versión vegetal (sin carne, sin sal y con menos grasa, aseguran) y kaasoufflé, que vienen a ser esas típicas y empalagosas barritas de queso rebozadas.
Como puede apreciarse, cada una de las especialidades tiene un color bastante marcado para que a simple vista podamos distinguirlas. Aunque se trata de comida rápida reservada para un apuro o un antojo de cerdadas, y que es posible comer croquetas bastante mejores en Amsterdam que estas, no descartamos repetir en próximas visitas. Tal vez el lema de la cadena (de lekkerste, es decir «delicioso») sea exagerar un poco, pero las satékroket estaban bastante comestibles. Un par más y acabamos hablando holandés.
[…] ese bocadillo de croquetas (broodje kroket) del que ya os hablamos el otro día, waffels rellenos de caramelo, el omnipresente queso Gouda… Entre las riadas de […]
Me parece practico este tipo de negocio.