Es verdad que lo de vincular los vinos rosados a San Valentín da un poco de rabia. ¿Acaso su color los convierte en perfectos para celebrar la fiesta más cursi del año? ¿O es por su delicadeza y aromas florales?
Da igual, porque aunque estamos de acuerdo con que es uno de esos topicazos que el mundo del vino tendría que ir superando, por otro lado nos parece estupendo que sirva como excusa para recordar que el mercado está repleto de grandes rosados. De esos que se resisten a aceptar en silencio la categoría de vinos menores que algunos les han endosado, y nos recuerdan que un buen rosado poco o nada tiene que envidiar a tintos y blancos.
Así que, como en esta casa somos muy de apuntarnos a los rosados -estén o no de moda, sea o no San Valentín-, no tenemos ningún problema en aprovechar que se acerca el 14 de febrero para recomendar unos cuantos que hemos probado recientemente y que nos parecen muy interesantes.
A de Arínzano
Para muchos, hablar de rosados es hablar de vinos navarros. Y, efectivamente, de Navarra viene este A de Arínzano elaborado por unas bodegas con calificación ‘Vino de Pago’ y cuya interpretación del rosado se traduce en un vino muy elegante. No solo en el diseño de su botella, sino también en el contenido.
Monovarietal de tempranillo, la crianza sobre lías le aporta esa estructura que tanto nos gusta. Mucho aroma de fruta y algún toque cítrico aportan mucha frescura. Es tomar una copa y ver ya la primavera ahí cerca. Su precio ronda los 15 euros.
Dido, la solución rosa
Un rosado muy diferente. Ya su color -alejado de la clásica palidez rosácea de estos vinos- deja claro que nos enfrentamos a algo diferente. Eso es lo que buscan en sus vinos desde la bodega Venus la Universal y lo han conseguido con este rosado de la DO Monsant, fruto de un complejo ensamblaje de tres variedades de garnacha (negra, blanca y gris), rematado con cariñena y macabeo.
Si las primeras aportan potencia y personalidad, las segundas permiten aligerar un poco el conjunto y, siempre lejos del perfil clásico de los rosados, conseguir un vino complejo pero también refrescante. Perfecto para quienes reniegan del rosado. Cuesta unos 20 euros.
Izadi Larrosa
Fiel a su cita anual, esta conocida bodega riojana presenta cada 14 de febrero la nueva añada de su rosado. Vaya, que si hay un vino que merece ser descorchado para San Valentín es este Larrosa 2020, recién llegado a las tiendas. Elaborado solo con garnacha -vendimiada a mano, nos cuentan desde la bodega-, este rosado puede presumir de un color precioso y de ser muy aromático.
Se suele hablar de rosados que son casi como una golosina -en el buen sentido, de apetecible, no de empalagosos-, y este Larrosa encajaría perfectamente en esa idea. Es fresco, la fruta está muy marcada y la garnacha aporta esa personalidad que siempre se agradece. Cuesta unos 7 euros.
Marqués de Atrio Rosado
El clásico chistecito del Lambrusco de supermercado para San Valentín no nos hace demasiada gracia. No solo porque hay lambruscos bien ricos, sino porque parece dar por hecho que los vinos de supermercado o los de precio más ajustado no cumplen.
Este Marqués de Atrio Rosado, que seguramente se puede encontrar en supermercados además de en tiendas especializadas, es la prueba de que por poco más de 4 euros podemos beber vinos que merecen la pena. Un rosado que cumple lo que se espera de él, tanto en el color, como en la potencia de su aroma o la combinación de frutas y flores que se traduce en frescor en la boca.
¿Más rosados?
Quienes se hayan quedado con ganas de más rosados pueden repasar la selección del verano pasado o algunas de las referencias con las que brindamos en otoño.
Buen día y grandes vinos, yo siempre he sido más de vino blanco pero es cierto que el rosado también me gusta mucho. Tomaré tus ideas y probaré algo nuevo este año.