Estamos en plena temporada de cenas colectivas al aire libre. El amigo que tiene una terraza que es la envidia del grupo, y que lejos de disfrutarla en solitario, aprovecha para hacer merienda-cenas que acaban en gin tonics. En todas ellas el menú es el mismo: que cada uno traiga algo y picamos de todo.
Y esto es como los vestidos en las bodas, no queda bien repetir plato. La primera y segunda cena la salvamos con la extraordinaria tortilla de patatas o la fantástica ensaladilla rusa de nuestra madre. Pero a la que llevamos unas cuantas la imaginación decrece.
Por eso hoy compartimos una de nuestras últimas creaciones para cenas informales: una quiche. Sí, no es la originalidad absoluta, pero una tarta salada es fácil de preparar y admite mil variaciones. Esta de hoy, como toque diferente, lleva almendra en crudo. El fruto seco liga de maravilla con los demás ingredientes y le da una textura algo diferente.
El único inconveniente es que necesitamos horno, ¡y con este calor! ¿Pero qué es un rato de sauna si se obtiene a cambio el reconocimiento como cocinillas del grupo?
Ingredientes:
- Masa brisa
- 4 huevos
- 200 ml. de crema de leche
- Una cebolla
- 200 gr. de champiñones
- 50 gr. de queso rallado (emmental, gouda…)
- Un puñado de almendras crudas peladas
- Sal y pimienta
Preparación:
El primer paso es caramelizar la cebolla. Requiere su tiempo pero a cambio no necesita ningun esfuerzo. Cortamos la cebolla en juliana y la ponemos en una sartén con un chorro de aceite de oliva y un poco de sal a fuego lento hasta que caramelice. No es necesario estar muy encima de ello, solo ir controlando hasta conseguir el punto deseado.
Mientras aprovechamos para limpiar y cortar los champiñones. Los salteamos unos minutos con aceite y sal. También podemos trocear las almendras para ir avanzando trabajo.
Para preparar la quiche calentamos el horno a 180º, extendemos la masa brisa en un molde y recortamos el sobrante. Con un peso encima (que puede ser otro molde) la horneamos durante unos 10 minutos.
Batimos los huevos con la crema de leche, una pizca de sal y un toque de pimienta. Añadimos la cebolla, los champiñones, el queso rallado y las almendras y mezclamos bien.
Llenamos el molde con esta mezcla y volvemos a poner al horno hasta que esté hecha. Tarda una media hora, aunque lo mejor es ir comprobando su cocción. Está lista cuando ya no está líquida.
Dejamos reposar para que enfríe un poco y la podemos llevar a cualquier lado. Está igual de buena algo tibia que fría, así que es ideal para cuando la gente no llega y la cena se retrasa.
Por cierto, no tengan en cuenta la protuberancia del medio. Es solo un intento de aprovechar la masa sobrante para decorar. En caso que querer seguir el ejemplo, mejor esperar a que la tarta haya cuajado un poco en el horno.