«Teherán, 1958. La vida de Nasser Ali, un virtuoso de la música y padre de familia, pierde el sentido en el momento en que su mujer le rompe el tar, el instrumento que le ha acompañado durante toda su vida» Esta es la historia que cuenta Pollo con ciruelas, un cómic -o novela gráfica, que suena más fino- de la iraní Marjane Satrapi, autora de Persepolis.
Pese al título, la verdad es que la comida no juega un gran papel en esta historia, que fue llevada a la gran pantalla en 2011. Su acogida, por cierto, fue bastante menos entusiasta que la adaptación cinematográfica de Persepolis. Pero no hemos venido aquí a hablar de cine, sino de comida. ¿Qué pinta entonces el pollo con ciruelas en la historia de Nasser Ali? Es, sencillamente, su plato favorito.
A falta de una receta oficial -hay decenas de versiones de este guiso tan clásico en la cocina árabe y mediterránea- hemos optado por una mezcla de varias y por echar mano del tajín Mrouzia que publicaba hace unos días El Cocinero Fiel. El uso de miel y canela para potenciar el dulzor de las ciruelas junto a las especias le sienta estupendamente al pollo.
Estamos convencidos de que a Nasser Ali le habría encantado.
Ingredientes (4 personas)
- 1 kg de pollo troceado
- 4 cebolletas (o 2 cebollas medianas)
- 250 gr. ciruelas pasas
- Ras el Hanout (mezcla de especias muy usada en platos árabes)
- Miel
- Canela
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta
- Arroz o cuscús para acompañar
Preparación
Lavamos y salpimentamos el pollo antes de dorarlo unos minutos en una cazuela bien caliente a la que antes hemos echado un poco de aceite de oliva. Como siempre, si el presupuesto llega para comprar un pollo en condiciones -de esos que nos venden como «de corral» y que tan bucólicos y campestres nos pone a los urbanitas- la receta lo agradecerá.
Una vez doradas las piezas de pollo, las retiramos y añadimos a la cazuela un poco más de aceite y las cebollas picadas. Cuando cojan un poco de color, es el turno de las ciruelas. Si ya vienen sin hueso y no son muy grandes -como en nuestro caso- las echamos directamente. Si no, partidas por la mitad y deshuesadas, para evitar sustos a la hora de comer.
Es el momento de las especias: una rama de canela o una cucharada en polvo, un par de cucharadas de miel y otras dos de Ras el Hanout. Aunque cada vez es más fácil encontrar esta mezcla de especias, si no hay suerte podemos hacer nuestro propio cóctel con lo que tengamos a mano. Básicamente lleva curry, comino, cilantro (las semillas molidas, no las hojas), jengibre y cúrcuma.
Dejamos unos minutos rehogando esta explosiva mezcla de ciruelas, especias, cebolla y miel y aprovechamos para disfrutar de lo bien que huele la cocina. Tras reincorporar los trozos de pollo y aunque suponemos que en el recetario iraní este paso no se incluye, hemos optado por retar a Ahmadineyad añadiendo un chorrito de vino tinto. Y bastante rico, por cierto.
Dejamos que se evapore -o nos saltamos este paso- y añadimos agua sin llegar a cubrir. Sí, es cierto, una medida casi tan precisa como esas de las recetas maternas. La idea es que quede una salsa densa, así que podemos añadir un vaso de agua (250 ml) e ir observando por si se seca demasiado y necesita más. En unos 20 minutos -dependerá de lo gruesos que sean los trozos de pollo- estará listo.
Para acompañar el arroz -como en la película y en nuestro caso- y el cuscús le sientan genial a este pollo con ciruelas.