Piden incluir pulpos y langostas en la lista de animales sintientes a los que evitar el sufrimiento

Además de ganar un Óscar, la película Lo que el pulpo me enseñó es posible que haya cambiado la percepción de muchos hacia este animal.

Si hasta ahora para la mayoría todo se resumía en las omnipresentes patas de pulpo a la brasa, los comentarios sobre lo difícil que es encontrar auténtico pulpo gallego o el precio al que se cotiza una ración con más cachelos que pulpo, de repente este animal se ha convertido en una especie inteligente, capaz incluso de socializar con los humanos.

Siempre lo ha sido, claro, pero el éxito de la película -muy interesante también el libro El alma de los pulpos de Sy Montgomery- ha descubierto a muchos esta faceta más entrañable de un invertebrado que, como la mayoría, tampoco es que despertara demasiadas simpatías.

Y, como todos sabemos -lo digamos o no-, cuesta menos comerse algo que nos parece muy ajeno o poco entrañable. Hablaba el otro día con un representante de Interovic sobre los corderos y el hecho de que hace ya años que no aparecen imágenes del animal en las campañas sobre su consumo.

El caso es que parece que el pulpo ha escalado unos cuantos peldaños en esta escalera de animales a la que cada vez más se lo piensan dos veces antes de hincarle el diente. Mucho más si recordamos la tradición de matarlos a base de golpes contra la roca. De hecho, no hace falta ser animalista o vegano para que esto chirríe.

Y no es solo una sensación, porque en Reino Unido hay un debate abierto sobre el tema. La asociación Conservative Animal Welfare Foundation, que The Guardian define como muy influyente y bien posicionada, ha pedido la inclusión de pulpos y langostas en la lista de animales con sentimientos, capaces de sentir dolor y, por tanto, merecedores de cierto nivel de protección.

Ya hay una propuesta centrada en los peces, pero crustáceos y cefalópodos se quedaban fuera. Algo que esta enmienda pretende evitar, para que estén incluidos entre los animales a los que, en la medida de lo posible, evitar el sufrimiento y el dolor.

Algo que traducido a la industria pesquera supondría ciertas normas sobre la captura y sacrificio de estas especies, así como su transporte en vivo.

De hecho, hace ya unos años Suiza abordó el tema prohibiendo expresamente que langostas y otros mariscos fueran cocidos estando vivos.

1 COMENTARIO

  1. Cada vez más harto de estas estupideces. También las lechugas son seres vivos y sintientes a su manera. Cada especie está preparada para comer uno u otro tipo de alimentos y la nuestra es omnívora

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