El agua moja; en verano en Córdoba hace calor;y muchos de los productos de Nestlé no son saludables. Las tres noticias son más o menos igual de sorprendentes e inesperadas. Esta vez no ha sido el sindicado de nutricionistas quienes han señalado la evidencia del portafolio de la multinacional, sino que la propia compañía lo ha reconocido.
¿Un acto de contrición por el daño hecho en tantos desayunos con cereales que presumen de saludables y no lo son? ¿El principio de una nueva era? Por supuesto, nada de eso. Se trata de un documento interno que hace unos días publicó Finantial Times y provocó una aluvión de titulares del tipo «qué vergüenza, aquí se juega» de la escena aquella de Casablanca. Por recurrir a los tópicos.
Pese a lo evidente de todo ello, es verdad que el informe tiene su interés. Hay que matizar que no hablan de productos de alimentación infantil, la gama de cafés, alimentos especiales o para animales. Pero, para el resto de su portfolio, las cifras internas dejan poco margen a las dudas: solo el 37% podría entrar dentro de la calificación de saludable.
Pero, seguramente, lo más interesante es el apunte que hacen los autores de un informe que, claro, no estaba pensado para que saliera a la luz: hay productos que, por su propia naturaleza y composición, nunca podrán ser sanos, por mucho que se renueven.
O por mucho que se juegue al Nutriscore, añadiríamos nosotros al comprobar que los cereales Chocapic lucen orgullos una B. Y que en su web oficial, la empresa presume, precisamente, de haber ido mejorando la lista de ingredientes estos años para lograr esa nota.
Vaya, que el documento seguramente ha puesto en apuros a unas cuantas personas dentro de la compañía, pero no desvela nada que no supiera cualquiera mínimamente interesado por lo que compra y lo que come.
Y es que ahí radica, precisamente, la falta más grave de la industria alimentaria. Lo peor no son los productos insanos con los que llenan las estanterías de los supermercados, sino intentar hacerlos pasar por saludables y centrar gran parte de su discurso e inversión publicitaria en ese mensaje.
¿Tiene el consumidor parte de responsabilidad en el asunto? Sin duda. Sin obviar la importancia del contexto económico y social en las decisiones de compra, parece fácil saber que unos Chocapic, por ejemplo, nunca van a ser sanos. Pueden ser menos insanos, pero jamás serán un buen desayuno. Y centrar la publicidad en ese mensaje y orientarlo a los niños es el colmo.
Así que, ahora que ya no hay margen de duda sobre el tema, que sabemos -ya lo sabíamos- que Nestlé en consciente de ello, urge regular la publicidad de este tipo de productos que en algunos países ya tienen que aparecer sin reclamos para los más pequeños.
Que cada uno compre y coma lo que quiera, defenderán algunos. De acuerdo, pero al menos que el pasillo del supermercado no sea una trampa.
Pues yo como comida chatarra todos los días y en verdad creo que hay que hacer un cambio. La mejor farmacia es la verdulería. Yo creo que el estado anímico, influye mucho en la alimentación. pero tambien las campañas publicitarias.
Un saludo
Hola
Cada día se consumen más alimentos refinados, sin aporte nutricional pero con un sabor que produce adicción, aunque eso es sólo una parte.
Vivimos en un mundo lleno de tóxicos y sustancias químicas que pueden perjudicar la salud de las personas, los envases con BPA los ftalatos en plásticos, los parabenos en cosméticos y sin contar los herbicidas, pesticidas agrarios y los insecticidas caseros.
La seguridad alimentaria debería de revisarse, pero también la calidad del alimento que se envasa