
Camino de cumplirse un año desde el primer confinamiento, y en plena tercera ola de la pandemia, hay debates que parecen no haber avanzado demasiado. Y entre ellos, el papel de la hostelería en los contagios es algo que se viene discutiendo casi desde el primer día y sobre lo que cada uno abandera los datos que demuestran su teoría: desde que es uno de los focos más problemáticos hasta que bares y restaurantes son lugares totalmente seguros.
Una sensación que seguramente comparten quienes a lo largo de todo este tiempo los hayan frecuentado. Hay lugares que ya desde la puerta se nota que conciben las normas como una especie de juego que consiste en ver cómo salteárselas y trampear -lo de la discoteca Barceló del otro día, pero a pequeña escala- y locales donde se hacen las cosas bien: aforos, mascarillas en cocina y sala perfectamente puestas, ventilación si es posible, terrazas bien limpias…
¿Y qué dicen los números? Pues depende a quien se le pregunta. Un reciente estudio realizado por El Tenedor junto a Hostelería de Madrid, Gremi de Restauració de Barcelona y FACYRE, aseguraba que la hostelería no es responsable de los contagios y apuntan a las reuniones sociales en casa durante las Navidades y a los jóvenes como principales focos.
Durante la Navidad -explican- la hostelería en Madrid redujo su actividad en un 22% justo las semanas donde se produjo un aumento de contagios. Además, la mayor parte de contagiados, señalan, corresponden a edades entre 15 y 27 años, lo que corresponde solo al 10% de los clientes de la hostelería.
Frente a estas supuestas pruebas que exculpan a la hostelería, otros estudios apuntan en dirección contraria. Y, al parecer, son los que las autoridades de la mayoría de países europeos han tenido en cuenta a la hora de ser contundentes en sus decisiones de cierre total de la hostelería desde hace semanas y con la idea de prolongarlos durante bastante tiempo.
Entre los más reconocidos, los publicados por la revista Nature y que estudiaron el efecto de las medidas realizadas en diferentes países durante la primera ola (primavera 2020). En sus conclusiones se incluyen los bares y restaurantes entre los lugares de socialización donde más contagios se producen, aunque resulten difíciles de rastrear.
Mientras las restricciones horarias y los cierres avanzan en diferentes regiones de España según empeoran los datos de contagios y muertes, no parece que tenga mucho sentido preguntarse si hay que hacer más caso a los epidemiólogos o a las organizaciones hosteleras. Todos sabemos la respuesta. Que guste más o menos lo que digan o las implicaciones económicas, ya es otro tema.
De hecho, hay algunas evidencias de que sería bastante sano reconocer y asumir para intentar avanzar. Como que si hubiera más dinero para ayudas, el cierre de la hostelería sería mucho menos problemático y seguramente hace semanas que se habría decretado.
O que sentarse en un interior durante media hora o más sin mascarilla con alguien con quien no se conviva supone un riesgo evidente por muchas medidas que el negocio en cuestión haya tomado. No es una cuestión de opiniones, de ideologías o de peleas entre comunidades. Es que el maldito virus tiene la manía de propagarse así.
Buenos días, todos sabemos que la gente se infecta en los Bares nada más tomarse un café con leche, seguro que lo de ir en Metro con 500 personas en el mismo vagón y luego ir a comprar al Ahorramás sin sistema d ventilación con 400 personas más, eso no contagia no, ya saben ustedes la culpa es del P u T o Bar Manolo.
Para los que dan la turra con el bar Manolo y con el metro: en el bar te quitas la mascarilla (al menos) para beber y en el metro no te la quitas nunca.