Aunque lo de mezclar dulce y salado es una fórmula que muchas veces triunfa y que ya no sorprende tanto, la cosa se complica cuando nos vamos a los extremos. O cuando no se trata de un experimento casero, sino de uno de los productos estrella de un bar.
Eso es justo lo que ocurre en La Flor de Toranzo -antiguo Trifón-, en Sevilla, donde su montadito de anchoas con leche condensada es un clásico desde hace décadas. Sí, anchoas en salazón y leche condensada, no nos hemos equivocado.
Lo teníamos en la lista de guarrindogadas pendientes de probar desde hace demasiado tiempo, así que aprovechando una reciente escapada por allí nos hemos pasado por un local que, nos gusten o no las mezclas exóticas, merece una visita.
De hecho, su montadito de pringá -en la carta hablan de emparedados, pero aquí todo el mundo los llama montaditos- tiene fama merecida de ser uno de los mejores de la ciudad, según nos confirman sevillanos que entienden de esto de bares y tapas.
Es más, ver el ritmo frenético al que se preparan y salen los pedidos de estos montaditos es casi hipnótico y razón suficiente para acodarse en la barra, pedir una caña y ver la destreza con conservas -el origen cántabro del local manda y, por suerte, se trabaja con buen material-, foie y una tostadora que no para.
Pero aquí hemos venido a jugar, así que marchando ese de anchoas con leche. ¿Tiene nombre? Un camarero nos cuenta que no, pero que ellos siempre lo llaman «mil», y así lo anota en la libreta. Pese a ser extraño, es uno de los que más sale cada día desde hace décadas, así que por algo será. Porque una cosa es probarlo por curiosidad, y otra repetir.
Y la verdad es que está bueno. Las anchoas son más que decentes, el pan calentito y crujiente, y el chorretón de leche condensada da un punto dulce curioso. ¿Repetiríamos? Posiblemente otro día. Hoy la siguiente ronda es de pringás.
El origen de este curiosa mezcla es todo un misterio. De esos que seguramente despierte muchas teorías. ¿Se equivocaron al intentar poner mahonesa?, especulamos en la barra. Podría ser, pero la leyenda oficial al otro lado y que heredan los camareros cuando empiezan a trabajar aquí es que una lata de anchoas en mal estado tuvo la culpa hace ya muchos años.
Tirarla estaba feo, así que a alguien se le ocurrió compensar el exceso de sal del pescado con lo más dulce que había por allí: la leche condensada. Gustó y lo que empezó como una apaño para no tirar comida acabó siendo una de las marcas de la casa.
La sencilla razón por la que funciona es la mezcla de sabores dulces y salados.Pero si utilizamos una buena anchoa esperemos que el resultado del montadito o pincho sea excelente porque sino estaremos arruinando un producto de altísima calidad.
Curiosa mezcla el montadito de anchoas con leche condensada, aunque a primera vista parezca algo poco agradable, me da que una vez lo comas no es tanto como parece. la mezcla de sabores está bien, a veces.
Hola,
Tengo que decir que yo lo he probado muchas veces pero no en Sevilla… sino en Madrid.
Era uno de los 100 montaditos que había, valga la redundancia, En la cadena 100 montaditos cuando empezó allá por 2004 y yo lo pedía siempre (siempre recordaré el montadido número100, vuelve loco al cocinero). Lástima que con el tiempo se fueron renovando, lo quitaron y desde entonces no lo he vuelto a ver.
Mis amigos me llaman loco pero puedo asegurar que el contraste de ssbores es abrumador en el paladar… lo he intentado hacer en mi casa alguna vez y nunca conseguí que me supiera igual. Ojalá volviera ese montado a la cadena. No todo iba a ser malo en esa franquicia (bastente tienen con la cerveza que sirven, Cruzcampo).
Un saludo.
Una cosa son las tapas y otras los montaditos. Un montadito es un bocadillito pequeño. En Sevilla, al menos, diferenciamos una cosa de la otra.
Si el origen era una lata de anchoas en mal estado, dudo que el que las comiese con leche condensada sobreviviera.
¿A qué viene esa moda de llamar «montadito» a las tapas de toda la vida?