Cocinaba con una nariz y gafas de broma, latas y mucha coña. Bajo el nombre artístico de Falsarius Chef estaba Nacho Moreno, que este pasado lunes fallecía dejándonos huérfanos a todos los fieles seguidores de su cocina impostora.
Un concepto que él inventó y defendió. Y con más fuste que muchas de las cosas que se escuchan en la mayoría de congresos de cocina. Y no, no es el típico peloteo de obituario. Hace mucho años, allá por 2013, tuvimos ocasión de charlar con él sobre sus libros, y no solo nos pareció un tipo simpático y con muy buena mano en las cazuelas y la escritura, sino que nos convenció de que la cocina a base de latas y botes del supermercado podía ser estupenda.
«Me encanta Ferràn Adria, está muy pirado», nos decía en aquella divertida entrevista donde reivindicaba las latas como «la gran revolución gastronómica de los tiempos modernos». Capaz de convertir una de esas tortillas preparadas sin alma en algo mucho mejor -sofrito y chorrete de aceite de oliva era el truco para adecentar la más anodina de las latas-, no le tenía miedo a nada.
Hasta tal punto que se atrevió con un roscón republicano a base de ensaimadas -por menos que eso hoy la Audiencia Nacional te da un susto-, e incluso con una «paella hereje» con vasitos de esos de arroz ya cocido. Según nos contaba, una de las recetas que más enemigos le reportó entre, como no, los defensores de la auténtica paella.
¿Lo más importante de la cocina impostora? Esconder bien las latas en la basura para que nadie descubriera el truco. Porque, evidentemente, la clave no era solo montar platos ricos con el mínimo esfuerzo, sino hacerlos pasar por el fruto de unas cuantas horas de trabajo en la cocina. Sí, como la quinta gama de muchos restaurantes.
Su vida como cocinero impostor empezó tras muchos años trabajando como guionista de cómics tan populares como Goomer. Nacho Moreno trabajaba habitualmente con el dibujante Ricardo Martínez. Y además del personaje de Goomer, las viñetas firmadas por Ricardo y Nacho en el diario El Mundo durante muchos años permiten recorrer la historia política del país con una sonrisa en la boca.
Pero volviendo a la cocina, además de animarse con vídeos y un blog, Falsarius fue también un prolífico autor de libros donde recopilaba todas esas recetas a base de latas, congelados y conservas. Incluso fundó su propia editorial, la Compañía Oriental de la Tinta.
De todos esos libros, unos de ellos titulado Cocina sin humos es seguramente la mejor definición de lo que hacía. En el sentido literal -poco humo hay en abrir una lata-, como si hablamos de ese ego tan instalado en las cocinas del país y de todo el mundo.
De hecho, su novela Fabada a muerte en Cocina Fusión (2011) da un divertido repaso a los chefs más mediáticos y subiditos del momento. Diez años después, ha quedado claro que fue un adelantado a su tiempo en eso de cachondearse un poco de ellos y ponerles en su sitio.
Y es que pocas cosas más necesarias que esa capacidad de Nacho Moreno, de Falsariud Chef, para reírse de uno mismo y de todo lo que rodea al tantas veces intensito mundo de la cocina.
Porque inventar la rueda culinaria cada semana, solapar revoluciones gastronómicas y recibir palmaditas en la espalda de los ilustres gastrónomos de siempre está muy bien, pero la cocina de la mayoría, la del día a día, se parece más a esa cocina impostora, divertida y un poco granuja de Falsarius Chef . Esa que tanto echaremos de menos.
Podemos decir que se nos ha ido un grande con todas las letras. Recuerdo con cariño que me agradeciera la «tarta» que hice en su honor.
DEP