¿Calabaza en primavera? Pues sí, aunque es un producto más bien otoñal ha caido en nuestras manos una estupenda calabaza de producción ecológica del Maresme y, la verdad, tampoco era plan de dejarla hasta el próximo Halloween.
Aunque los primeros calores posiblemente inciten más a una típica crema de calabaza tibia o algo más ligero, puestos a llevar la contraria al calendario nos ha dado por preparar una mermelada a base de calabaza y con un toque de naranja y jengibre por aquello del exotismo.
Igual que cualquier mermelada, la receta es muy sencilla y solo hará falta un poco de paciencia para picar la calabaza y tenerla un buen rato a fuego lento removiéndola para que se vaya transformando en una confitura.
Además de las clásicas tostadas del desayuno, esta mermelada puede ser un acompañamiento estupendo para carne o, por improvisar otro ejemplo, ya se nos está ocurriendo un pintxo estupendo a base de queso idiazabal y un toque de calabaza. Efectivamente, mucho no va a durar.
Ingredientes
- 500 gr. de calabaza.
- 300 gr. de azúcar.
- Zumo de una naranja
- Jengibre
Preparación
Después de pelar la calabaza y quitar las semillas la troceamos en dados muy pequeños. En un bol -si es con tapa mejor, puesto que tendrá que pasar unas horas en la nevera- le añadimos los 300 gramos de azúcar. En nuestra caso hemos mezclado mitad de azúcar blanco y moreno con buenos resultados y un color algo más oscuro.
Añadimos el zumo de una naranja y, ya que estamos, rallamos un poco de piel para que le de más sabor. Tapado y a la nevera unas 12 horas así que, por ejemplo, podemos dejarlo listo por la noche y a la mañana siguiente continuamos.
Pasado ese tiempo volcamos todo en una cazuela y rallamos jegibre fresco. También podemos recurrir al que venden ya molido, pero el sabor es mucho más intenso en el primer caso y es fácil de encontrar en casi cualquier frutería.
Fuego suave y paciencia, porque tendremos que estar unos 40 minutos vigilando la cocción para que no se desmadre ni se pegue. Vamos dando vueltas cada poco tiempo hasta que gran parte del agua se haya evaporado y la calabaza esté suficientemente blanda como para dejarse aplastar.
En lugar de echar mano de la batidora, vamos a intentar que la textura de la mermelada sea un poco más grumosa. Sí, como la de esos botes de mermelada cara. Así que apagamos el fuego y con una cuchara de madera vamos deshaciendo la calabaza hasta convertir todo en una especie de pure en el que notemos todavía la textura de la calabaza.
Hay que tener en cuenta que una vez fría la mermelada ganará consistencia, así que siempre es conveniente no dejar que se evapore todo el agua para que el resultado se parezca más a una confitura que al hormigón.
Como se trataba de experimentar hemos optado por unas cantidades bastante discretas que dan como resultados unos 400 gramos de mermelada. Pero, ni que decir tiene, que ya que nos ponemos lo suyo sería doblar las cantidades y hacer mermelada para toda la familia. Además, si nos animamos a embotar puede durarnos para una buena temporada.
Tiene una pinta estupenda. Qué contrastes de sabores!
El resultado tampoco es demasiado contrastado, aunque con la naranja y el jengibre se controla un poco el exceso de dulce de la calabaza junto a las dos toneladas de azúcar. Para la próxima probaremos con más jengibre o alguna otra especie.
Saludos!
Iker