La cuarta edición de MasterChef ya está aquí. Desde esta noche y durante las próximas 13 semanas veremos en La 1 el ya clásico desfile de aspirantes a cocineros examinados en pruebas más o menos surrealistas por los tres miembros del jurado que, por supuesto, repiten en esta nueva temporada: Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo-Nágera y Jordi Cruz. Y de presentadora, claro, Eva González.
El menú promete «sorpresas y mucha emoción» -esto es televisión, no lo olvidemos- y viajes por toda la geografía del país. Lugares como Teruel, el Monasterio de Montserrat o Torrejón de Ardoz figuran ya en la lista desvelada por los responsables del espacio.
Y esta vez tampoco faltará el desfile de algunos de los chefs más prestigiosos, con figuras como Carme Ruscalleda, Raül Balam, Diego Guerrero, Roberto Ruiz, Ángel León y Macarena Castro entre otros, hasta sumar nada menos que 50 estrellas Michelin que, como todo el mundo sabe, es la unidad de medida para los cocineros.
Una receta, por lo tanto, que no se sale mucho de lo habitual y que, es cierto, hasta ahora ha funcionado bastante bien. De hecho se ha batido el récord de participación en los castings: más de 20.000 candidatos inscritos, lo que supone un 25% más respecto al año pasado. ¿Pero habrá sitio para los pucheros en un programa que se define como “el talent de cocina de mayor prestigio de la televisión”? Parece una pregunta ridícula pero, en realidad, si algo falta siempre en MasterChef es precisamente eso, cocina.
Sobre el papel la cosa no pinta mal. Los miembros del jurado –explican desde MasterChef– inculcarán a los concursantes la filosofía slow food, que promueve el respeto por el producto local y la estacionalidad. De hecho “reforzar la cocina de toda la vida” es una de las promesas que figuran en la carta de presentación de esta edición.
Podríamos darle un voto de confianza, aunque la experiencia dice que esperar algo de la mayoría de programas de cocina en televisión es un atajo perfecto hacia la decepción. Veremos qué pasa esta noche, pero de momento las pistas vuelven a sonar más a otra ración del show de siempre que a un cambio de rumbo.
Y es que, por lo visto, la primera eliminatoria enfrentará a los 15 aspirantes iniciales con otros tantos con los que tendrán que luchar por un puesto en el programa. “Tensión, nervios y, sobre todo, emoción será lo que vivamos en estas batallas que enfrentarán por ejemplo a una madre contra su propio hijo, o a dos hermanas gemelas”.
“¿De qué son capaces con tal de conseguir el ansiado delantal blanco?”, se preguntan desde MasterChef mientras apuntan otra exclusiva: “Viviremos un abandono”. Más cocina de toda la vida, ¿seguro? Cuesta imaginarlo con este avance de lo que se nos viene encima.
Una cosa está clara, el mayor reto para esta edición de MasterChef será superar aquel momento «León come gamba» de la anterior temporada. Los guionistas no lo tienen fácil.
La verdad es que la edición empieza mal, remarcando cosas como las que dices (madre-hijo, gemelas) o incluso: «esta edición será muy divertida porqué hay mucha gente de Despeñaperros para abajo»… En fin, pinta a que mucho slow food de boquilla para un total show entre vitroceramicas.
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