Teniendo en cuenta que la Comtessa nos parece la obra cumbre de la heladería industrial, y que haya recuperado su nombre, una de las noticias de la década, está claro que aquí lo de los helados históricos es un tema muy serio.
Pero si hablamos de helados míticos de los 80 -al menos para los que fuimos niños en aquella época-, el Frigurón merece un lugar destacado. Su genial nombre, su forma de tiburón, su color azul y sabor indefinido lo han convertido en una pieza indiscutible de la historia de la heladería española.
Además, hablamos de un helado de hielo. Nada de cremosidades son sabor a yogur -ejem- como el Frigopie. Esto era hielo puro que, como las madres de la época nos advertían, era capaz de provocarnos una gripe instantánea solo con acercarnos a él.
Desde hace un tiempo, el Frigurón ha vuelto al catálogo de la marca. Más o menos, porque su regreso no es en forma de helado, sino como un flash, haciendo equipo con otros sabores históricos de Frigo como el citado Frigopie, el Drácula, o los Popeye de naranja o limón.
Se venden en el supermercado a menos de 2 euros el pack de 10 flashes, 2 de cada uno de los sabores. Se venden, claro, sin congelar.
Empezamos la cata con el Frigurón, en realidad, el único que se ha recuperado, porque tanto el Drácula como el Frigopie siguen a la venta. Primer detalle a tener en cuenta: son muy pequeños. En realidad, bien, porque evidentemente no estamos ante lo que sería un producto sano, así que mejor poco.
El color azul intenso cumple con las expectativas. ¿El sabor? Pues reconocemos que tenemos un vago recuerdo de aquel helado lanzado en el 83, pero sus intenciones tropicales sí que parecen ser similares a las de la época. Después de todo, aquel también era un hielo con sabor.
La cosa se complica con el Frigopié, porque reproducir en forma de hielo el punto cremoso no es fácil. Con el Drácula, el sabor está bastante bien conseguido -cola, fresa y vainilla-, pero pierde la gracia de la parte de helado de vainilla y la textura de la fresa. Pero vaya, que a menos de 20 céntimos el polo, tampoco podemos pedir un helado de los Roca.
En cualquier caso, los heladeros más nostálgicos ya tenemos con qué refrescar las tardes de verano.
Cuando leí que volvía el Frigurón, aunque fuera en formato flash, casi lloro de la emoción. Pero se les ha debido perder la fórmula, porque el sabor (a mí el original me recordaba a piña) NO SE PARECE EN NADA. Ahora estoy aquí intentando explicarles a mis hijos adolescentes cómo sabía aquel polo maravilloso que refrescaba mis tardes mozas los veranos de finales de los 80. Me quedo con las ganas, ains.