
Ha necesitado casi dos años pero Guðni Th. Jóhannesson, presidente de Islandia, parece que quiere hacer las paces con los defensores de echarle piña a la pizza. Un tema casi tan controvertido como lo de la tortilla con cebolla o sin cebolla a nivel nacional, y que a principios de 2017 hizo saltar el nombre del mandatario islandés a todos los titulares.
«Islandia quiere prohibir la pizza«, alertaron algunos con esa libre interpretación que tanto gusta en el periodismo a la hora de titular y llamar la atención. En realidad, el propio Jóhannesson ya matizó en su momento que, aunque le gustaría hacer una ley que prohibiera ese ingrediente en la pizza, por suerte -lo dijo él mimo- no disponía de tales poderes legislativos.
Superada aquella crisis gastronómica e internacional en Islandia, por supuesto la piña sigue sin estar prohibida en las pizzas y aquel asunto no llegó a más que una curiosa anécdota de alguien que, por lo visto, no lleva muy bien el tema de la creatividad tropical en este plato.
No obstante, durante una reciente entrevista a una cadena canadiense -Canadá se considera el país originario de la pizza con piña, aunque su origen está en Alemania-, el presidente islandés parece que ha recapacitado un poco sobre el tema y, básicamente, ha venido a decir que se le calentó la boca con el tema de la pizza y la piña.
«Fui demasiado lejos», reconoció Jóhannesson, cuya idea hizo que el presidente de Canadá se posicionara a favor de la pizza con piña y que el creador de esta caridad –Sam Panopoulos, fallecido apenas cuatro meses después de la polémica– también saliera en defensa de su creación.
Aunque cabe suponer que al presidente de Islandia sigue sin gustarle la idea de añadir unos trocitos de piña a la pizza, por lo visto detrás de aquel ramalazo gastronómico también había algo de patriotismo islandés.
Y es que en su momento sugirió que en vez de piña era mucho mejor idea añadirle marisco a la pizza. Y, sorpresa, resulta que Islandia sí produce mucho marisco, pero cero piñas. Panopoulos ya acusó al político de barrer para casa intentado colar un ingrediente del que su país andaba sobrado y ahora Jóhannesson ha reconocido que, en efecto, algo de aquello hubo en su histórica declaración anti-piña.
El caso es que, casi dos años después, con el autoproclamado creador de la pizza con piña muerto y el presidente islandés reconociendo que se pasó de frenada, el tema sigue sobre la mesa: ¿la pizza con piña o sin piña?
Para un político que iba a hacer algo bueno para la humanidad. Que asco la pizza con piña.
Que asco la pizza con piña.
Pues la verdad que pena que no fuera adelante eso,por qué la pizza con piña es un pecado ………