Los impuestos a las productos insanos funcionan: esto es lo que ha ocurrido con los refrescos

Las políticas del gobierno relacionadas con la alimentación han sido uno de los focos de polémicas más recurrentes en los últimos años. Pese a que en todos los casos se trataba de medidas con un respaldo científico y médico inapelable, y con gran consenso internacional, por lo visto algunos siguen creyendo que el papel del Estado no es velar por la seguridad de los ciudadanos.

Al fin y al cabo hablamos de salud y de controlar la publicidad y venta de productos insanos, sobre todo en el caso de los colectivos más vulnerables, como los menores.

En 2021 se subieron los impuestos a las bebidas azucaradas del 10 al 21%. Una medida para desalentar su consumo y que, por supuesto, también en su momento fue criticada. Solo servirá para que la gente gaste más dinero, aseguraban algunos mientras, lógicamente, la industria también ponía mala cara ante la propuesta.

Al final, hace tiempo y cierta perspectiva para poder valorar el efecto real de este tipo de políticas. ¿Sirven de algo, como defienden sus impulsores, o es simplemente ganas de subir los impuestos, como suele criticar la oposición?

Un amplio estudio publicado por Esade -poco sospechosa de andar dorando la píldora al gobierno- se ha ocupado de analizar lo ocurrido con la venta de refrescos en estos dos últimos años, desde la entrada en vigor de la citada subida del IVA.

Menores y familias con pocos ingresos

Y como detallaba a finales del año pasado en un interesante hilo Toni Roldán (director del Center for Economic Policy de Esade) las cifras admiten pocas dudas: la medida ha funcionado. Las marcas repercutieron en el comprador la subida de impuestos, lo que se tradujo en una reducción del consumo.

Lo más interesante es que fueron precisamente las familias de rentas más bajas, normalmente, uno de los colectivos más afectados por problemas de salud derivados del consumo de productos ultraprocesados y con demasiado azúcar. «Los hogares del 33% más pobre redujeron su consumo de refrescos en 11 litros por hogar, como consecuencia de la subida del IVA», concluye este estudio.

Otro de los focos más interesantes es la reducción del consumo en familias con hijos. «El efecto del impuesto se triplica para los hogares de menor gasto con hijos de 5 a 16 años: caída estimada de un 20% vs 7% para hogares pobres sin niños», detallan.

Así que sí, gravar con impuestos los productos no saludables es una medida que ha quedado probado que funciona. Tendremos a mano estos datos para la próxima vez que alguien lo cuestione.

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