El verano, la operación bikini y la temporada alta de salir de cañas suelen provocar que la famosa ‘barriguita cervecera’ sea un tema bastante recurrente durante estas fechas. Por mucho que las compañías de cerveza lleven años repitiendo que lo que engorda es lo que se pica con la cerveza, no el líquido en sí, y que en los últimos tiempos se reivindique la moda de los llamados ‘fofisanos’ como un nuevo canon de belleza, hay que reconocer que la tripa no suele tener muy buena prensa.
Tal vez por eso está teniendo tanto éxito la última campaña publicitaria de la cerveza alemana Bergedorfer Beer, que muestras a los orgullosos papás con sus tiernas barriguitas en una pose habitual de las fotografías de embarazadas.
Hechas con amor es el lema de estos originales y divertidos anuncios que huyen de los tópicos cerveceros con modelos estupendos en un entorno maravilloso para mostrar -tal y como apuntan los expertos publicitarios que ya han analizado la campaña- un prototipo más real del bebedor de cerveza. Algo que, por cierto, habrá que ver si hace gracia también a los que se identifiquen con ese perfil.
Concebida -nunca mejor dicho- por la agencia alemana Jung von Matt/Alster, tal y como recuerdan desde el blog Bokeh, las fotografías rinden homenaje a las instantáneas realizadas por Annie Leibovitz a Demi Moore, y que fueron portada de Vanity Fair en 1991. Pese al escándalo inicial que provocaron aquellas imágenes de Moore embarazada y desnuda, en realidad marcaron la pauta de este tipo de fotografías de mujeres embarazadas.
Pero volviendo a la tripa cervecera, ¿divertido? ¿Políticamente incorrecto? ¿Mala idea eso de mezclar conceptos como el embarazo y la cerveza? Contadnos que os parece mientras recordamos aquel otro anuncio de cerveza en el que un famoso jugador de rugby se sustituía una de sus muelas por una especial diseñada para abrir botellas de cerveza. ¿Verdad que ahora lo de la barriguita ya no es para tanto?
Una manera de ridiculizar la maternidad, que es lo que más envidia cualquier varón en la mujer: crear la vida. De ahí el mito de Frankenstein. Por otra parte, grotesco, como todos los borrachos de la paganería social que se someten a lo que se les impone y encima se creen hacer un ejercicio de libertad. La publicidad es para los imbéciles y los anuncios de cerverza, de vino y de coches así lo evidencian.