‘Frigodedo’, ‘FantasMiko’ y otros helados míticos de los 80

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Por mucho que ahora sepamos cómo distinguir un buen helado artesanal y reneguemos del Pijama como postre festivo, todos tenemos -o teníamos- uno favorito en las cartas de helados industriales. Da igual los aromas artificiales, la lista de ingredientes con muchas E, o que dieran más sed que una ración de cortezas, porque en el fondo no hay forma más fácil de llegar al corazoncito de un niño de los 80 que hablarle de aquellos míticos helados de Frigo, Miko, Camy o Avidesa.

Y, como suele ocurrir con la nostalgia, son normalmente los helados que se quedaron por el camino los que ocupan un lugar destacado en este singular altar. ¿Quién no se acuerda de aquel Frigodedo de color rojo intenso? ¿O el Fantasmiko, con el palo de chicle que permitía que la inversión cundiera mucho más?

¿Y el mítico Frigurón de color azul? Fue uno de los primeros en caer, sin duda por la presión de las madres que consideraban aquel helado de hielo como un causante directo de anginas, gripe y cualquier otro mal. “De hielo no, que está muy frío” es, posiblemente, una de las frases más geniales del libro de consejos maternales de aquella generación.

Otros tal vez, porque fueron algo menos populares en su momento, han soportado peor el paso del tiempo y ocupan un lugar secundario en esta nostalgia heladera: Capitán Cola, aquel Miko Boy con forma de payaso que sigue dando mal rollo al verlo ahora, o el Mikobruja, que era un quiero y no puedo del Mikolápiz.

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Visto en Forocoches, donde también parece que son muy fans de los helados viejunos

El caso es que cada año cuando llega el verano y toca reencontrarse con las cartas de helados en el pueblo, la playa, la piscina o donde sea hay dos comentarios que nunca fallan entre los treintañeros de turno mientras los chavales les -nos- miran con cara de aburrimiento: “En mi época los helados costaban 25 pesetas”, seguido de un suspiro en forma de “los mejores ya no están”.

Algo que no es del todo cierto, porque pese al genocidio heladero perpetrado por algunas marcas contra sus mejores creaciones, hay otros que han logrado sobrevivir hasta hoy. Hablamos de maravillas como el Frigopie, el citado Mikolápiz -que ha mantenido el nombre pese a que Miko ya no existe-, el Colajet o el Drácula.

En algunos casos incluso hay versiones piratas de marca blanca que juegan al despiste con nombres tan ingeniosos como Huellas y Diabolinos en Mercadona o Eclipse, la interpretación del Drácula según Lidl.

Así que no todo está perdido. Porque además de todos estos supervivientes y sus primos bastardos, si hay una bandera del helado viejuno, en ella sin duda hay un hueco para la tarta Comtessa. Sí, desde hace años se llama Vienesa, pero en realidad todo el mundo la sigue conociendo por su nombre original.

¿Quién no ha caído rendido ante una Comtessa de postre en el menú del día? ¿Cómo resistirse a ese hipnótico vídeo en el que se ve cómo se fabrica a base de capas de helado y láminas de chocolate? Todo de calidad y sabor cuestionable si nos ponemos sibaritas, pero ya se sabe que la nostalgia no entiende de esas cosas.

Por cierto, antes, con algunos helados, te tocada otro gratis. Otra de esas frases que repetimos con tono de superioridad moral mientras observamos a las nuevas generaciones cazar Pokemons y comer helados que ni tienen historia ni nada.

4 COMENTARIOS

  1. Yo hace años que echo de menos al «mikopete» el payaso con nariz de chicle, de esos de palo rojo,que podía tocar premio. Estaba buenísimoooooooo

  2. Que recuerdos!!! Los helados de hielo (polos para mçi) no me gustaban prefería los otros y recuerdos que los de cono eran los caros y de esos comí pocos…
    Al rememorar estos helados recuerdo los tiempos de piscina y el olor a cloro…

  3. Yo comia «Mikolosal», un cucurucho de fresa de Miko que era grande y mas caro que los otros. me puede el helado de fresa, mi favorito.

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