Helado de judías

En la Gulateca no nos gusta complicarnos la vida. La mayoría de nuestras recetas son triple B, buenas, bonitas y baratas. Pero de vez en cuando nos da por ponernos retos y pelearnos en la cocina para sacar adelante una receta diferente y un poco más compleja como este helado sin heladora.

El objetivo esta vez era imitar el helado de judías rojas de uno de nuestros japoneses preferidos, el Machiroku. No es un helado salado como su nombre puede sugerir, sino uno dulce perfecto para postre, cremoso y con una textura sorprendente. La receta original nipona es con un tipo de judías propias del Japón. Ante la imposibilidad de encontrar aquí las judías azuki, decidimos darle un toque cercano y hacerla con alubias de la tierra y además blancas.

El color, por supuesto, es bastante diferente. La textura es muy parecida y en cuanto al sabor hay que decir que obviamente no es idéntico al original, pero es realmente bueno.

El proceso no es rápido. Tiene su complicación, pero por encima de todo requiere tiempo. La parte positiva es que se puede hacer por fases si no tenemos suficientes horas seguidas para acometer la preparación. Para los valientes, ahí va el helado de alubias de La Gulateca con todos sus pasos.

Ingredientes:

  • 150 gr. de alubias
  • 5 cucharadas de azúcar
  • Zumo de medio limón
  • 250 ml. de nata espesa
  • 250 ml. de leche de soja
  • 4 yemas de huevo
  • 150 gr. de azúcar
  • Media rama de canela
  • Unos granos de anís

Preparación:

Por supuesto la primera etapa es cocer las alubias. Este paso ya de por si requiere su tiempo, así que mejor hacerlo con antelación. Hay que tener en cuenta que las alubias necesitan como mínimo una noche en remojo. Al día siguiente las ponemos en una olla con agua que las cubra, 5 cucharadas de azúcar y el zumo de limón. Cocemos a fuego muy suave hasta que estén tiernas. Esto puede requerir más de 2 horas de cocción, así que paciencia.

Una vez tengamos las judías cocidas las pasamos por el pasapurés y por el chino para eliminar las pieles y dejar un puré con textura suave. Podemos incorporar una parte del agua de cocción para facilitar el proceso.

La parte de las alubias está terminada. Ahora toca la base del helado. Se trata de unas natillas. Calentamos la nata con la leche de soja. Hemos cambiado la leche de vaca, usada para todos los helados cremosos, por la de soja para aligerar un poco y porque la soja es un producto mucho más habitual en la gastronomí­a oriental que la leche de vaca. Añadimos también el azúcar -reservando una cucharada – y las especias para aromatizar.

Nosotros hemos utilizado anís y canela, pero si preferís un toque de vainilla también le va de maravilla. Lo importante es no pasarse con los aromas porque puede predominar demasiado sobre un helado que tiene un sabor más bien suave.

Por otro lado batimos las yemas de huevo con una cucharada de azúcar. Dejamos temperar un poco la leche y la nata. Colamos una pequeña cantidad sobre los huevos batidos y mezclamos bien. Agregamos la mezcla de huevo a la leche restante y volvemos a poner al fuego medio. Removemos durante unos 5 minutos o hasta que espese un poco.

Una vez tibia la natilla, la mezclamos con el puré de judías y lo dejamos enfriar del todo en un bol. En este momento debemos empezar el proceso de congelación. Puede durar hasta tres horas y debemos estar pendientes, así que si no disponemos de tiempo en este momento podemos reservar en la nevera.

Para hacer un helado cremoso sin heladora hay varios métodos. Nosotros hemos probado el más tradicional. Esto es poner en el congelador el bol con la mezcla. Dejamos 45 minutos, sacamos del congelador y batimos bien con un batidor hasta romper todo el hielo que se haya formado, sobretodo en los bordes. Volvemos a dejar en el congelador.

Debemos repetir este proceso cada 30 minutos hasta que tenga textura de helado. Cada vez necesitaremos más energí­a para batir. Cuando hayamos conseguido el helado lo pasamos a un recipiente con tapa y está listo.

El resultado es un helado un poco más duro que el comercial, así que hay que tener en cuenta que antes de servir debemos dejar unos minutos a temperatura ambiente o en la nevera. Si no es posible que destrocemos alguna que otra cuchara en el intento de servir una bola.

Es verdad que no es ni rápido ni sencillo de hacer, pero tendremos un postre singular y diferente con el que sorprender a todos. Y está realmente rico.

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