En las grandes ferias siempre ocurre lo mismo: los visitantes profesionales que exponen sus productos o buscan negocio -la razón de ser de estas citas, a fin de cuentas- conviven con quienes parecen estar tranquilamente de paseo por allí y, por supuesto, con la prensa, siempre con demasiadas prisas y en busca de esa curiosidad que luzca en el titular más allá de las cifras de rigor que toda gran cita sectorial abandera.
Si a esta ecuación tradicional se le suma la comida, la cosa se anima. Así, Alimentaria llega a su 40 aniversario convertida no sólo en la cita de referencia de esta industria, sino también en el escaparate del que sectores clave como el vino y el aceite no quieren quedarse fuera.
¿La palabra más repetida en esta edición? Internacionalización, sin duda. Y es que más allá de los recurrentes chistes de quienes vienen aquí simplemente a comer y a volver a casa con provisiones -este año está prohibido salir del recinto con más de una bolsa, y no es broma- esto es una feria profesional, y la exportación es una asignatura cada vez más importante para las empresas alimentarias españolas.
En busca de lo más curioso
40 años de historia, unas 400 empresas de 70 países, decenas de miles de productos expuestos, casi un centenar de novedades presentadas durante estos días, una previsión de unos 140.000 visitantes… Efectivamente las cifras son apabullantes. La ya clásica cola para probar las paellas que elaboran sin pausa en Aneto, también.
Además de la internacionalización, las tendencias que se vislumbran en Alimentaria no dejan de ser las mismas que desde hace tiempo se perciben en mercados y restaurantes: el tirón de lo ecológico-natural, el aumento de productos pensados para personas con intolerancias alimenticias, crecimiento de comidas adaptadas a determinadas religiones (la comida Halal tiene un espacio dedicado en esta edición) y, por supuesto, cualquier pirueta para conseguir un segundo de atención en un mercado con muchos productos y novedades cada día.
Así, un rápido paseo por la inmensa zona dedicada a los vinos -“aquí es donde está el dinero”, comentan en voz baja dos expositores que se acercan aquí desde su stand- deja bien claro que no es nada fácil llamar la atención. Todo parece inventado, desde las etiquetas clásicas que tanto gustan a la hora de exportar, como los nombres y etiquetas más sugerentes para captar a ese público joven que necesita excusas para acercarse al vino.
Vino en porrón de la mano de Porrón Molón; vinos viajeros con etiquetas que parecen tarjetas de embarque (Wine & Fly) y que prometen un recorrido por el mundo sin salir de la botella; vinos chispeantes en botellas de refresco de la firma Glup… Puristas abstenerse.
Y el vermut, por supuesto. Al vino le ha salido un nuevo competidor, aunque en este caso es de la familia, no como las cervezas. Las grandes, por cierto, están muy presentes, pero las artesanas parecen quedarse fuera por ahora. ¿Sigue habiendo espacio para innovar en el vermut? Por supuesto. El vermut en lata (sólo o ya combinado con cola) de Miró o el nuevo vermut ecológico de Zarro -el primero del mundo, nos confirman- son dos buenos ejemplos.
¿Y para comer? Las esferificaciones parece que, lejos de pasar de moda, ahora quieren llegar a casa. Las hay naturales, como las huevas de caracol bautizadas como “perlas blancas de Andalucía” para que nadie ponga cara rara antes de probarlas. Caviar de monte con precio de alta cocina: unos 65 euros los 40 gramos. Pero también de vinagre de Módena, de anchoas o de algas sodium salvaje que no sólo prometen saber a percebes, sino que de verdad saben a percebes.
Entre los destilados, el mezcal sigue reivindicando su espacio como la próxima bebida de moda, aunque las marcas de ginebra siguen marcando su territorio en España. Quienes prefieran catar algo menos alcohólico pueden pasarse por la barra de aceites de oliva o descubrir que en Navarra -además de vino y verduras- también tienen un estupendo aceite que recientemente ha sido premiado entre los mejores del país: La Maja.
En Alimentaria también se cocina
Pero más allá de los productos y la parte más empresarial, la gastronomía también tiene su espacio en The Alimentaria Experience. Talleres, charlas y demostraciones en las que ver en acción a algunos de los cocineros más premiados y reconocidos del momento, y en las que, por ejemplo, aprender con Oriol Castro y Eduard Xatruch cómo preparar los macarrones transparentes con espuma de carbonara del restaurante Disfrutar de Barcelona.
Una agenda de actividades en la que también habrá espacio para las cocineras -hoy martes-, mientras que los chefs más jóvenes impartirán los talleres del miércoles. Del mismo modo, en el programa de showcookings habrá sesiones protagonizadas por «cocineros de concurso»: los ganadores y finalistas de la 2ª y 3ª edición de MasterChef y Cocineros al volante.
Además, The Alimentaria Experience será el escenario de la final del concurso Cocinero del año, y las tendencias también se asomarán a este espacio con ponencias y talleres sobre cocina vegetariana, vegana y flexitariana. Pero que nadie se asuste, que los jamones y los chuletones gigantescos como los de Txogitxu tampoco han faltado a la cita.
Hola, Os invitamos a ver los vídeos que grabamos para el Porrón más Molón
http://www.inthesky.tv/portfolio-item/porron-molon-version-m/
http://www.inthesky.tv/portfolio-item/english-porron-molon-version-l/