¿Ha cerrado la polémica cocina fantasma junto a un colegio de Madrid? Almeida dice que sí, los vecinos demuestran que no

«La cocina fantasma junto al colegio Miguel de Unamuno ha sido abandonada, el problema está resuelto”, aseguraba el alcalde de Madrid a mediados de julio. Una solución un tanto curiosa para un problema que los vecinos del barrio llevaban más de un año denunciando. Sobre todo teniendo en cuenta que fue el ayuntamiento el que recurrió recientemente la sentencia judicial que ordenaba el cierre de estas cocinas industriales situadas junto a un colegio.

Dejando a un lado el peculiar sistema de mediación del consistorio -que parece no dudar a la hora de ponerse del lado de las empresas y no de los vecinos-, parece que el asunto no está tan resuelto como aseguraba hace ya semanas Almeida. Al menos, eso denuncia la asociación Stop Cocinas Fantasma Delicias, que asegura que sigue la actividad en esta cocina.

Aunque Glovo anunció su salida a principios de julio, al parecer otros operadores mantienen la actividad, según lo que puede apreciarse en las imágenes que sigue compartiendo esta asociación.

Sin ir más lejos, un vecino asegura que el 28 de julio la cocina estaba en marcha y que se había llamado en repetidas ocasiones a la Policía Municipal para que lo comprobara. El 29 de julio seguía habiendo motos de reparto en la puerta esperando para recoger pedidos, denuncian.

Más allá de las molestias a los vecinos y niños del colegio colindante, en un artículo de Público también se denunciaban las condiciones de trabajo de esta cocina, con temperaturas de más de 50 grados en el interior. En esas mismas líneas recordaban la entrevista que por aquí hicimos a los portavoces de Vicio, la popular cadena de hamburgueserías que se ha visto salpicada por esta polémica al ser una de las marcas que opera en esta cocina.

Aunque parece que es solo cuestión de tiempo que esta cocina cierre definitivamente, el ayuntamiento se comprometió también a revisar su licencia -algo que, por lo visto, no se ha hecho todavía- y, lo que es más importante, modificar la normativa para que se limiten las cocinas industriales en el entorno residencial. Algo que, por cierto, ya se hizo en Barcelona a principios de este año.

Una gran idea. Bastante mejor que esperar a que una empresa decida cerrar, un año después, una cocina que lleva más de un año siendo un problema para los vecinos y llenando de humo el patio de un colegio.