Ponerse a hacer pan puede intimidar un poco al principio. Y es que para los no iniciados sacar una hogaza de kilo del horno es poco menos que un milagro o una auténtica heroicidad.
Por eso, para empezar a familiarizarse con la masa de pan y su preparación puede ser útil comenzar con preparaciones más sencillas. Una masa de pizza o unos palitos de pan como estos que os proponemos puede ser una forma muy fácil de empezar. ¡Y con resultados satisfactorios garantizados!
Primero, los ingredientes. Harina panificable. Ya empezamos con palabrotas, pero que no cunda el pánico: es la que en la etiqueta indica un porcentaje de proteína de unos 11 gramos.
En algunos supermercados ya las hay pero si no la encontrais una harina simple blanca, que no sea repostera, nos vale. También necesitamos levadura de panadería (fresca o seca) cada vez más presente en todo tipo de tiendas y supermercados. Y finalmente aceite, sal y agua. Nada más.
En este caso he utilizado una levadura que venden como masa madre. Para los que no estéis familiarizados con estos términos, la masa madre es un cultivo natural de levaduras que se encuentran en el ambiente. Se consigue fermentando harina con agua.
Pero aunque en la tienda lo publiciten como masa madre, mucho nos tememos no es más que una levadura bio. En cualquier caso, se puede recurrir a la levadura de panadero fresca o seca, más fácil de encontrar y que también da buenos resultados.
Empezamos por lo más fácil: mezclar la harina, la sal y la levadura, y por último el agua y un chorrito de aceite. La proporción de levadura suele venir en el envase. Un consejo es poner siempre menos de la que indica.
Más vale dejar que actúe más tiempo y así evitaremos comer pan con ese desagradable sabor a levadura. La proporción de agua es el 60% aproximadamente del peso en harina. Lo mezclamos todo con un tenedor y dejamos que repose unos diez minutos.
El segundo paso es amasar. Aquí llega una de las primeras dificultades: la técnica de amasado. Para empezar no hay sólo una sinó varias. La que a nosotros nos gusta consiste en tirar levemente la masa con la palma de la mano, plegarla sobre si misma, darle un cuarto de vuelta y otra vez estirar.
Así más o menos un cuarto de hora hasta que la masa esté lisa, flexible y con un tacto sedoso. Si necesitais un referente visual, este vídeo os puede ayudar.
A continuación se hace una bola con la masa y se deja en un recipiente tapado con film para que no se reseque. Debe reposar hasta que doble su volumen. Lo normal es hacerlo a temperatura ambiente, aunque también se puede poner en la nevera, para ralentizar el proceso.
Puede sernos muy útil cuando, por ejemplo, preparamos una masa por la mañana y no podemos hornear hasta la noche. Otra opción es poner mucha menos levadura para que el proceso sea muy lento.
Una vez la masa ha crecido y tiene multitud de burbujas de aire por la base (parece una esponja) se saca del recipiente y se corta en pequeñas porciones. De estas porciones haremos unas bolitas que luego estiraremos de forma similar a como lo haríamos con un churro de plastilina.
Los ponemos en una bandeja para horno y los dejamos reposar con un paño por encima hasta que crezcan un poquito más. Esta es la segunda fermentación.
Y por último los horneamos a 200 grados durante unos 15 minutos. Los sacamos del horno y los dejamos enfriar sobre una rejilla. Ya tenemos nuestro propios palitos de pan para poder presumir en una cena con amigos. Para los valientes que querais complicar el proceso podéis probar a incorporar ingredientes como queso, pipas, hierbas… lo que os apetezca.
Esto en lo referente a los palitos. Para hacer masa de pizza no podemos más que recomendar esta técnica que vimos en Robin Food con los geniales David de Jorge y Ibán Yarza.