Aunque descubrimos Buezo hace ya un tiempo catando vinos de la DO Arlanza, ha sido hace unos meses cuando hemos podido visitar esta bodega burgalesa. Es la mas grande de esta pequeña denominación de origen, estratégicamente situada entre Rioja y Ribera del Duero.
Que el pueblo donde se encuentra Buezo se llame Mahamud (sí, en Burgos) no es lo único que sorprende al llegar. En una colina y rodeada de unas 50 hectáreas de viñedo se encuentra esta moderna bodega, que abrió sus puertas en 2008.
Estamos a casi 900 metros de altura, un dato importante para el tipo de vinos que elaboran en esta casa. Y en terrenos históricamente dedicados al vino -cuenta la leyenda que el que Colón se llevó a América era de esta zona-, pero que después se dedicaron al cereal y ahora se han recuperado para los viñedos.
Aunque el paisaje es realmente bonito y las instalaciones acordes a un moderna bodega puntera, aquí hemos venido para probar sus vinos. Y es entonces, repasando el pequeño catálogo de Buezo, cuando llega la sorpresa. O, mejor dicho, el dato que define esta bodega: los vinos de guarda.
Una visita a su enorme botellero ayuda a entenderlo mejor. Y es que todas sus referencias pasan al menos 72 meses en botella antes de salir al mercado. Traducido para los que somos de letras: 6 años. A los que habría que sumar al menos otro año de barrica.
Es decir, ahora está en el mercado la añada 2005 del tempranillo, el Varietales, el petit Verdot (muy interesante, mitad de esta variedad y la otra de tempranillo) y Nattan, su tinto de referencia.
Todos, por cierto, con unos precios sorprendentemente ajustados teniendo en cuenta los años de elaboración y guarda. Para situarnos, sólo Nattan supera los 20 euros.
Lo mejor de todo es que se mantienen en muy buena forma. Abrirlos con cierta antelación para que puedan respirar después de tantos años es buena idea, pero en todos los casos sorprende encontrar acidez y hasta frescura.
Tintos de cierta contundencia, pero nada pesados y con el alcohol bien integrado. La altura de los viñedos es aquí clave para conseguir que, después de tantos años, estos vinos sigan en perfectas condiciones y capaces de aguantar más tiempo en botella.
Buezo 79, un gran blanco
¿Pero es rentable esta fórmula centrada en los vinos de guarda -reservas- y más a estos precios? Cabe suponer que sí, porque es la filosofía que abandera Buezo desde su puesta en marcha.
Pero si se trata de buscar algo exclusivo, también tuvimos ocasión de probar durante nuestra visita la nueva joya de la casa. Curiosamente, es un blanco.
Bautizado como 79, llega como una edición casi tan limitada como exclusiva: 400 botellas en formato magnum y a un precio de 125 euros. Estamos ante un vino sensacional, llamado a convertirse en una referencia en ese pujante segmento de los grandes blancos. Hace poco podríamos probar también otro de esta categoría: el nuevo Harmonia,
De la añada 2017 -un chaval en comparación con sus compañeros tintos- está elaborado con uva chardonnay, sauvignon blanc, semillón y viognier, todas ellas de los viñedos propios que rodean la bodega. Perfecto para beber ahora, pero también con mucho potencial de guarda, como no podía ser de otro modo con este apellido.
Por cierto, además de diferentes modalidades de visitas y actividades en el apartado de enoturismo de la bodega, merece la pena si se está por aquí pasarse también por su restaurante. En ambos casos, es mejor reservar antes para asegurarse de horarios y días de cierre.
Además de unas vistas increíbles al viñedo, Buezo Restaurante ofrece una cocina interesante, muy bien presentada y con ganas de innovar y sorprender a partir de los mejores productos de la zona.