7 vinos para descubrir la DO Arlanza

Solo hay algo que nos gusta más que un buen vino: uno de alguna región que no tenemos fichada en nuestro particular mapa vinícola. Es verdad que en todos los lugares del país se hacen vinos estupendos, pero tenemos cierto cariño a aquellas pequeñas denominaciones de origen -también a quienes juegan fuera, pero ese es otro tema- que reivindican las particularidades de su territorio y tienen que pelear en el mercado con auténticos gigantes.

La DO Arlanza es una de ellas. Relativamente nueva (se creó en 2007) y con una extensión de 450 hectáreas de viñedo, su localización a lo largo del cauce del río Arlanza le da nombre. Una denominación repartida entre Burgos y Palencia, y que tiene en Lerma, Covarrubias y el Cerrato Palentino sus principales ejes.

Casi una treintena de bodegas conforman esta denominación de origen, que abandera nombre propio al norte de la potente Ribera del Duero y no muy lejos de Rioja. Una zona donde se ha hecho vino desde siempre, pero en la que resulta especialmente complicado destacar.

Tenemos pendiente escaparnos por allí, porque nada como patearse los viñedos y las bodegas para entender de verdad una región vinícola. Sin duda, un gran plan para quienes anden cerca este verano, por la zona. De momento, nosotros nos hemos conformado con un pequeño aperitivo probando en casa algunos vinos de la DO Arlanza.

Colina Triste Blanco

Gracias a su interesante tinto descubrimos hace un tiempo la DO Arlanza en la Barcelona Wine Week. Su etiqueta -sí, somos de esos que se dejan llevar por las etiquetas, no pasa nada por reconocerlo- nos llamó la atención. Y resulta que tras ese guiño al cinematográfico cementerio de Sad Hill de la película El bueno, el feo y el malo –situado en Burgos y visita obligada para cinéfilos- había unos estupendos vinos.

Esta vez hemos probado el blanco 2020, muy interesante y con cierta complejidad. Combina diversas variedades de cepas viejas (viura, malvasía, rojal, chasselas, albillo…), les da un toque de barrica y obtiene un vino fresco, estructurado y con un perfil muy gastronómico. Anda sobre los 12 euros.

Castillo de Ura 2014

Un crianza clásico este Castillo de Ura de Bodegas Sierra. Uva tempranillo, 14 meses en barrica y un buen equilibrio entre cierta potencia en sabor y toques de fruta roja y madera bien integrada. Precio competitivo -se puede encontrar por menos de 9 euros- para un vino sin ínfulas (eso nos gusta), pero muy solvente.

Barbudo 2020

Nos vamos al otro extremo de la mano de Radikal Wines, la gama más innovadora de la bodega Palacio de Lerma. Este Barbudo 2020 es un tinto joven que busca sorprender ya desde el formato y presentación de la botella. Sus creadores hablan de un vino extremo, natural, con máxima extracción y mínima intervención.

¿Y qué hay detrás de todo este discurso? Pues exactamente eso, un vino diferente, fresco, interesante, más suave de lo que cabe esperar y que necesita algo de tiempo para mostrar su potencial en la copa. No es para todos los público, pero merece la pena probarlo. Anda sobre los 15 euros.

Vientos del Pueblo 2021

Una rareza que igual no es fácil de encontrar, pero que, si te la cruzas en el camino, hay que probarla. Este rosado de edición limitada de la Bodega Septien cuesta unos 22 euros. Por cierto, nos lo bebimos antes de hacerle una foto en condiciones a la botella, pero dejamos prueba de que dimos buena cuenta de ella y que nos encanta su nombre.

Tempranillo, mencía, garnacha, albillo y viura, de viñedos de 70 años y a 900 metros de altura conforman este rosado que se cría con sus lías durante 5 meses, lo que aporta estructura y elegancia a un vino muy fresco y aromático. Un vino de esos que, citando el poema de Miguel Hernández que le da nombre, aventan la garganta.

Buezo Varietales 2005

Muy interesante también este Varietales 2005 de la bodega Buezo. Tempranillo (50%), merlot (25%) y cabernet sauvignon (25%) de altura y recogidos manualmente, conforman un tinto con carácter que pasa un año en barrica y muchos más en botella.

Pese a ello, sorprende que se mantenga fresco y con una acidez que denota que sigue vivo y en forma.  Esperábamos algo más denso y complicado de beber con estos calores veraniegos, pero ha resultado ser una estupenda opción. Anda sobre los 15 euros.

Gran Lerma 2016

Este reserva de la bodega Lerma se suele citar entre las mejores referencias de esta denominación de origen. Y la verdad es que es fácil de entenderlo al descorchar la botella y probarlo, porque es uno de esos tintos a los que cuesta ponerle pegas. Más para quienes buscan apostar sobre seguro que probar cosas diferentes, se elabora solo con tempranillo, y el resultado es un vino equilibrado y muy agradable. Se puede encontrar por algo más de 20 euros.

Picofino 2018 

Uno de nuestros favoritos en este máster intensivo en vinos de Arlanza que hemos hecho. Un monovarietal de tempranillo, de corte algo más moderno, aunque sin irnos al extremo de Barbudo, con el que comparte bodega. Viñedos extremos donde, según leemos, son los gorriones los que se encargan de elegir las mejores uvas y su punto óptimo. Una anécdota que sirve para dar nombre a este tinto muy fino y con cierta elegancia, de esos que siempre apetece beber. Ronda los 30 euros.

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