Zabar’s, un paraíso gourmet en el Upper West Side

En color igual es difícil de reconocer, pero seguro que los más cinéfilos y apasionados de las películas de Woody Allen -sabemos que hay nivel entre los lectores de este blog- ya habrán caido en que esa tienda de la foto es la que aparece durante unos segundos en Manhattan.

Fundada en 1934, Zabar’s está situada en el Upper West Side (2245, Broadway) y con el tiempo se ha convertido es un centro de peregrinaje obligado para cualquier cocinillas que se acerque por Nueva York. De todos modos, no está demasiado transitada por turistas, así que es el lugar perfecto para resguardarse un buen rato del frío y confundirse entre los vecinos del barrio.

Aunque merece la pena visitar también la planta de arriba -repleta de todo tipo de cachivaches para la cocina- en realidad la diversión está abajo. Nada más cruzar las puertas nos encontraremos con una especie de supermercado de productos gourmet, de esos que dan ganas de hacer las maletas e instalarse al otro lado del Atlántico. A ser posible, eso sí, con la VISA en plena forma.

Especialmente espectacular es la sección de quesos y ahumados, aunque la zona dedicada al pan, el café -mezclado y molido allí mismo si procede- y al té son de esas que también dan mucha envidia. Sí, seguro que por aquí hay lugares parecidos, pero el fetichismo cinematográfico es lo que tiene.

Pero no nos entusiasmemos más de la cuenta. Es cierto que los precios de la mayoría de productos son bastante elevados -lo cual hace que resulte más fascinante ver a personas haciendo allí su compra diaria- y que el exotismo de este tipo de lugares siempre es cuestionable y fruto, en gran medida, de esa atracción que siempre nos produce lo ajeno y lejano.

Impagable, por cierto, la degustación de «spanish serrano ham» que había organizada en uno de los pasillos. Como es fácil de imaginar, el susodicho jamón -cortado en lonchas casi transparente- era bastante mediocre y se cotizaba a precio de diamantes en Tiffany.

Pese a todo, merece la pena acercarse por allí y puestos a meter algún souvenir en la maleta, que sea comestible.

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