Pasa en Barcelona y en todas las ciudades: rincones que uno normalmente no frecuenta y que, el día que toca, se convierten en una curiosa forma de viajar o hacer turismo en tu propia ciudad. Con esta perspectiva nos adentramos en la playa de Barcelona, una zona más frecuentada por visitantes que por locales, al menos en los meses de verano. Allí, a pie de playa y bajo las dos icónicas torres del frente marítimo de Barcelona, está Carpe Diem.
Un club con fama en Europa que ahora quiere darle una vuelta de tuerca a su oferta gastronómica. Nos llegó el chivatazo de que allí sirven el que presume de ser el brunch más exótico de la ciudad, y como nos gusta eso del brunch -vale, almuerzo de domingo- y adentrarnos en territorios un tanto desconocidos, allí nos fuimos.
Esperábamos toda una experiencia y no salimos decepcionados. Open your mind (abre tu mente) recomienda uno de los carteles de colores de la entrada junto al paseo de la playa. Además de un lema muy de Ibiza no es mal consejo. Es domingo, es verano y hemos venido a pasar un rato divertido y diferente, así que vale, abrimos nuestra mente. Tanto como para elegir una de las enormes camas que se ofrecen como alternativa a las mesas.
Y otro aviso por si no había quedado claro por las fotos y la zona: no, tampoco es un lugar barato. Con una cuenta media entre los 30 y los 60 euros -no mucho para turistas, un capricho para muchos locales- hay que tener claro que no sólo estamos ante un brunch diferente que, al menos en caso de economías ajustadas, tocará reservar para ocasiones especiales en las que no sólo apetezca comer algo diferente, sino también en un lugar muy peculiar.
Así que, aposentados en la cama, y mientras los músicos preparan el escenario donde a media tarde habrá música en directo, revisamos la carta del brunch. Las propuestas van desde los clásicos huevos benedict (11,5 euros) o hamburguesas (sobre 15 euros), a platos más exóticos como el sandwich vietnamita de cerdo glaseado (14 euros) o un pad thai (18 euros). Incluso podemos lanzarnos de cabeza a un brunch a base de sushi, con bandejas variadas a partir de los 29 euros.
Nos prometieron un brunch exótico y eso es justo lo que se ofrece. No sólo por la ambientación del local, o por la zona de zoco -un pequeño mercadillo- que le da un toque todavía más curioso, sino porque la carta apuesta por esa idea de viaje gastronómico sin moverse de la cama. Literal además.
Una combinación un tacto ecléctica de platos árabes (el combinado de hummus, babaganoush y muhammara es estupendo para ir picando), asiáticos e hindús, como el pollo tikka masala o las samosas, unas crujientes empanadillas vegetales. Aunque sin duda son este tipo de platos los que mejor casan con el ambiente del lugar, los que prefieran algo más contundente también pueden encontrar en la interminable carta cortes de carne de ternera de Nebraska o Waygu. Y es que, más allá de las opciones clásicas del brunch, los domingos a partir de las 12 está disponible la carta completa de Carpe Diem.
Todo ello acompañado, por supuesto, de algún que otro cóctel. Es verdad que la oferta no es tan amplia como la de vinos y champán -aquí sí que el presupuesto puede dispararse- pero hay opciones interesantes para acompañar este desayuno tan glamouroso, como un Cosmo Rouge -¿suena o no suena con mucha clase?- o un Mandarina Sour, por ejemplo.
Un plan diferente para un domingo de verano -o para septiembre, cuando entre la depresión- en el que queramos un toque de exotismo en nuestro brunch. Posiblemente no será el lugar elegido para cada día, pero de vez en cuando puede ser divertido viajar y conocer esos otros mundos que están en tu misma ciudad.
Y como cazamos su reportage de Barcelona, con los pantallas de los comercios que indican muy claro se busca el cliente extranjero con los pintadas en los calles de Barcelona Turist go home.
La política anti turista de Ada Colau que quiere matar el huevo de oro el turismo de Barcelona con más de siete millones de turistas.
l ayuntamiento de Barcelona quiere limitar el número de cruceros que llegan a la ciudad
Quiere imponer también que los recorridos de los turistas que visitan la ciudad estén pactados de antemano.
Cuando la senorita Colau no esta en el ayuntamiento y Barcelona sin turismo podemos a volver a visitar restaurantes típicos con butifarra y tortilla.
El restaurante tropico en el raval tb hace unos brunchs buenisimos y bastante bien de precio .
BRUNCH=GILIPOLLAS
«wer,rt» si por personas como tú fuera se obligaría a los parados a vestir el traje típico regional para mejorar la «experiencia» de los turistas ¿No te das cuenta de que si hay unas leyes hay que cumplirlas? Lo que se ha hecho hasta ahora es mirar para otro lado cuando se infringía una Ley, una norma o una ordenanza, eso se llama Anarquía ¿Eres anarquista? Seguro que no, por lo que no entiendo que no quieras que se cumpla con el estado de derecho. Turismo sí, pero todo legal, como en cualquier país civilizado.
Para los críticos con la limitación del tuirsmo,
Solo deciros que Barcelona ha pasado de ser una ciudad moderna y cosmopolita a ser un parque temático del turismo donde la masificación impide la normal convivencia.
¿Es normal tenerte que apartar en la calle cuando paseas con tu hijo? ¿no poder entrar a un restaurant porque está todo lleno? ¿no poder apenas ir a comprar el pan debido a que se convierte en una odisea donde personas en chanclas y con la camara te impiden incluso llegar a la cola? ¿no poder dormir a causa de los vecinos que cada 5 dias son nuevos? Todo ello influye en el precio de todo, viveres, servicios, alquileres, etc.
En cuanto a que gracias al turismo hay trabajo, solo decir que si, ¿pero de que tipo de trabajo hablamos? Camareros por 600 euros, limpiadoras, cocineros con horarios interminables y demás muestras de esclavitud.
Para empezar, abrir un local en Bcn se ha convertido en algo solo al alcance de las mafias rusas que se dedican a pagar las abusivas licencias para blanquear dinero.
¿Esto es lo que queremos, un Port Aventura a la puerta de casa?
Del cartelito tan sólo entendí «con huevos de calaf»… lo demás, me importa una «shit»… Que de tan «cool» que quieren ser muchos ya pasan de vomitivo oscuro.