Almuerzo en La Cesta de Recoletos

Qué aficionado a la gastronomía no tiene envidia – a secas, porque la envidia sana no existe – de los críticos gastronómicos que se pasan media vida comiendo en restaurantes y no precisamente de menú. Poder comer en restaurantes de cierto renombre no está al alcance de todos, ni tan solo de los que planificamos nuestro ocio básicamente entorno a la gastronomía. Ir a algunos sitios lo reservamos para ocasiones especiales.

Pero poco a poco estos grandes nombres de la restauración parece que quieren acercarse a los menos pudientes y abren franquicias más económicas. En una reciente visita a Madrid aprovechamos para probar una de estas propuestas «miniyo» de la capital, La cesta de Recoletos. Situado en el exclusivo barrio de Salamanca, es un proyecto supervisado por parte del equipo del Santceloni – abierto por Santi Santamaría y con fama de ser lo mejor de Madrid -.

La cesta de Recoletos tiene una carta con un precio medio de 50€ por persona, muy lejos del caché de la casa madre Santceloni. Pero además, en los almuerzos de entre semana ofrecen menú cerrado con tres platos de primero y tres de segundo por menos de la mitad. Eso sí sentados en la barra. Aún así, es una ocasión perfecta para probar su carta.

La atención por parte del personal fue magnífica, incluso nos sentaron en una mesa en lugar de en la barra de los menús. No sabemos si porque aún no había mucha clientela a la hora que fuimos o por descuido. Incluso perdimos la noción de estar haciendo un simple menú de mediodía y llegamos a plantearnos que deberíamos habernos maqueado – aún más – para tal ocasión.

La comida deliciosa, sin duda por encima del nivel de la mayoría de menús de mediodía. Atención en los detalles como un aperitivo a base de pulpo o la variedad de panes en la mesa. De primero optamos por un ajoblanco con salmón marinado y un carpaccio de bacalao y naranja. Este segundo un poco salado para nuestro paladar, aunque en esto no todo el mundo estará de acuerdo.

De segundos un magnífico y muy sabroso arroz ahumado con pintada – sin duda el ave de moda -, y unas vieiras salteadas con ensalada. El nivel sigue hasta los postres con el brownie con helado de mascarpone de la casa.

Salimos satisfechos de la comida aunque el lugar, el ambiente y el trato – supuestamente informal – invitan más a sentarse con calma y pedir el menú degustación. Lo dejamos para otra ocasión.