Por Iker Morán
El cuscús es uno de esos comodines para esos días en los que toca despejar la nevera o rebuscar en el fondo de la despensa. Casi todo le va bien y, de hecho, por aquí ya lo hemos probado con espinacas y ciruelas e incluso en una receta dulce por aquello de salirnos de las preparaciones más habituales a base de carne (pollo o cordero, básicamente), verduras y bien de especias.
Tras estos dos exitazos, se nos ocurrió arriesgar un poco más e incorporar a la receta dos ingredientes que, de entrada, no parecen muy habituales en una receta de cuscus: mermelada y leche de coco. Pero por separado eh, que tampoco somos tan moleculares. La mermelada funciona bien para darle un toque dulce que puede contrastar muy bien con las especias, aunque lógicamente lo suyo es usar una con un sabor que cuadre bien. En nuestro caso optamos por una de higos que, al igual que unos higos naturales o secos, le sienta muy bien.
¿Y leche de coco? Otra marcianada de esas que pruebas a ver qué pasa y que acaba quedando resultona y exótica. De nuevo, sabor dulce que necesitará un contrapunto. Eso sí, los granos de cuscús no quedarán tan sueltos, pero todo es cuestión de seguir practicando a ver si sale un cuscús arrisotado, suponiendo que eso pueda existir. Que no creo.

En realidad las recetas no se alejan de la habitual del cuscús. Preparamos los granos como siempre: los tostamos un poco en una cazuela con unas gotas de aceite, añadimos la misma cantidad de agua hirviendo (o un poco más) que de cuscús y retiramos del fuego. Tapamos unos minutos hasta que se absorba el agua y soltamos los granos con la ayuda de un tenedor. Por cierto, si encontramos en el mercado cuscús integral -cada vez es más fácil- merece la pena probarlo. En ese caso, habrá que usar más cantidad de agua.
A partir de aquí, a jugar con los ingredientes. Preparamos por separado las judías y las zanahorias -que queden un poco crujientes siempre se agradece-, las acabamos de rematar en la cazuela a fuego fuerte, añadimos en este punto un par de cucharadas hermosas de mermelada e incorporamos el cuscús ya cocido. Si tenemos por casa aceite de sésamo, unas gotas siempre animan la receta pero cuidado porque su sabor es muy fuerte y no queremos anular del todo el toque de la mermelada.

Y tres cuartos de lo mismo si nos animamos a probar con la leche de coco, que también es cada vez más fácil de encontrar en tiendas. Un poco de cebolla en juliana que se vaya haciendo a fuego lento hasta que coja color (20 minutos está bien), añadimos las berenjenas cortadas y un poco más de aceite para que se hagan con el fuego más fuerte y cuando casi esté, añadimos la leche de coco. ¿Cuánto? Para un par de raciones de cuscús nosotros probamos con unos 150 ml. y quedó bastante equilibrado de sabor y no muy pastoso.
Así que ahora ya sabes qué hacer con ese stock de mermelada de sabores raros que te han regalado (como eres cocinillas…) y con esa leche de coco que compraste en un arrebato de exotismo para hacer piña colada en casa. El cuscús, una vez más, es el camino.
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