En un buen curso de cata de vinos se puede aprender mucho. Y no sólo a notar la madera, las flores blancas o el reflejo verdoso en el vino blanco. Hay cantidad de cosas por descubrir sobre este mundo de la enología, sobretodo para ignorantes casi absolutos como nosotros.
En un reciente curso de iniciación en Vila Viniteca -por cierto muy recomendable- aprendimos que en esto de los vinos el tamaño importa. Por una vez tiene razón el dicho: caballo grande, ande o no ande.
La verdad es que hasta ahora una botella de vino o espumoso mayor que la estándar de 75 cl. nos parecía indicada tan solo para desperdiciar en los podiums de los grandes premios del motor. Quizás alguna vez hemos visto alguna como sorpresa en una boda, en una fiesta de aniversario desfasada o alguna otra celebración donde la gracia no esté en degustar, sino en conseguir el momento camiseta mojada.
La inmensa mayoría de botellas de vino es de ese tamaño tan apañado de tres cuartos de litro, que da para unas 6 copas de vino. Es decir, 2 o 3 personas a lo sumo. Pero si buscamos en tiendas especializadas -de las que tienen un buen surtido de vinos de calidad- encontraremos alguna de formato mayor: el magnum.
Pongámonos en situación. Nos encargan el vino para una cena numerosa, con 6 o más comensales. ¿Es mejor llevar dos botellas del mismo vino o una magnum? Pues resulta que la botella mayor es sin duda la mejor opción.
Además tiene una explicación muy lógica: con el doble de volumen, la boca de la botella no es el doble de ancha. Esto quiere decir que la única entrada de oxígeno a la botella -por supuesto hablamos siempre de tapón de corcho- es en proporción mucho menor que en la botella «normal». Esta relación volumen-entrada de oxígeno es la idónea y le sienta de maravilla al vino, que evoluciona mejor y con más estabilidad. Hay que sumar también el hecho de que con una sola botella nos aseguramos que todos los presentes beberán exáctamente el mismo vino.
La única pega es económica. El vino es una excepción en la regla del mercado que dice que a mayor cantidad menor precio. No es más económica una magnum que dos estándares. Quizás porque es aún un producto minoritario y además este formato se encuentra en general sólo para vinos de cierta calidad. ¿Pero qué es esto ante la posibilidad de sorprender a todo el mundo y de paso, alardear de conocimientos enológicos?
Una magnum equivale a dos botellas estándar. Pero no es la única botella grande. Hay más, con nombres tan bíblicos como Jeroboam o Doble Magnum (3 litros), Rehoboam (4,5 litros), Methuselah o Imperial (6 litros), Salmanazar, Balthazar, Nebuchadnezzar, Solomon, Privat, hasta la Melquíades de 30 litros. Un gran surtido de tamaños para todas las fiestas.
Servir vino o champagne ya tiene su aquel, así que no digamos hacerlo con una pesada botella de 27 litros. Para estos eventos especiales existen curiosos artilugios a la altura del glamour requerido. Desde un carro con enfriadora incorporada hasta sofisticados ascensores para Möet & Chandon. Por supuesto no están al alcance de todo el mundo. Además, no nos engañemos, abrir una botella de champagne de según qué envergadura no es fácil, así que mejor estos tamaños extremos los dejamos a los profesionales. Para los demás, magnum.
Nosotros, en nuestra tienda, siempre la aconsejamos no solo para llevar a celebraciones, cenas, etc. con mucha gente, sino para regalar también. Básicamente porque es un tipo de botella que no se abre todos los días, y el día que se decide abrir ya les aseguramos que se acordarán de la persona que se la regaló y casi seguro que comentan algo del tipo, «Esta botella que voy a abrir en esta ocasión especial me la regaló mi amig@ mengan@…»