Un cortado no es un café con leche pequeño

Por Nápoles aseguran que en Roma -y no digamos más al norte- no tienen ni puñetera idea de preparar un café de verdad. En aquella ciudad italiana los cafés son cortos, densos y se toman en la barra de un trago.

Así que no quiero ni imaginar lo que opinarán los napolitanos de los brebajes que por norma general se sirve en los bares de tierras hispanas bajo el nombre de café. No lo digo yo en plan maestro cafetero a lomos de su caballo recorriendo las plantaciones colombianas de turno. Lo dice gente bastante más docta en la materia.

De hecho me contaba hace tiempo alguien que durante muchos años trabajó para una importante marca cafetera del país que lo del café de los bares españoles es puro terrorismo. Pese a ser un producto con un elevado margen de ganancia para la hostelería el desprecio hacia la calidad de su preparación es de juzgado de guardia.

Habría mucho que hablar y discutir sobre el tema. Pero se me ocurre que un buen comienzo sería convencer a los camareros de que un cortado no es un maldito café con leche pequeño. Me temo que es una guerra perdida de antemano, pero por intentarlo que no quede.

Tenemos decenas de nombres para denominarlo, pero en realidad da igual que pidas un cortado, un manchado o un espresso macchiato en plan guay. Si no estás atento para parar el estropicio o suplicas que echen poca leche (a veces ni así) acabarás con un puñetero café con leche en taza pequeña.

Tampoco es tan difícil, ¿no?

1 COMENTARIO

  1. Un cortado es un estropicio sea como sea. Una maestro cafetero que cabalga a lomos de un corcel por el campo colombiano o un auténtico napolitano jamás ensuciarían un buen café con ese odioso brebaje blanco y grasiento al que llamas leche.

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