¿Prohibir las fotos en los restaurantes? Cocineros, críticos y bloggers opinan

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Redes sociales, fotografía y el mundo de la gastronomía conforman uno de los maridajes a tres bandas más populares del momento. Un rápido vistazo a Facebook, Twitter y, sobre todo, Instagram evidencia que fotografiar y contar al mundo lo que se está comiendo es para muchos parte del ritual en el restaurante. Y una moda a la que incluso alguien ya le ha dedicado un Tumblr con imágenes de hipsters fotografiando comida. La mayoría se conforma con una foto rápida, sin dar la nota y, a ser posible, antes de que el plato se enfríe. Pero no siempre ocurre así.

“Un chef me contaba que un día un tipo se plantó en una mesa que no era la suya y les pidió a los comensales que le dejaran fotografiar lo que habían pedido”, cuenta Mikel Iturriaga autor del conocido blog El Comidista en El País.

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Más dramática parece la situación al otro lado del Atlántico. Tanto que, según explicaba hace unos días The New York Times, algunos restaurantes de la ciudad se estaban planteando regular el tema de las fotos en sus locales. ¿Vamos por ese mismo camino? ¿Es necesaria una normativa anti-fotos que elimine o modere el uso de las cámaras en los restaurantes?

Para Xavier Franco, reputado chef galardonado con una Estrella Michelín por su restaurante Saüc de Barcelona, intentar regularlo sería absurdo. “Desconozco hasta que límites puede llegar el tema en restaurantes considerados templos por su fama, pero creo que basta con tener mano derecha si algún cliente sobrepasa la línea de lo racional”.

Comparten opinión en Norte, un pequeño, recomendable y relativamente joven restaurante en el centro de la ciudad condal. “No nos molesta siempre que sea con mesura”, aseguran. “Es una satisfacción que la gente aprecie tu trabajo y quiera tener un recuerdo de ello”, apuntan desde la cocina de Säuc.

Restaurante sin fotos

Curiosamente, los propios cocineros son los menos críticos -o los más políticamente correctos, claro- respecto a esta cuestión. “Tampoco es que el asunto de las fotos sea un drama o una plaga -asegura Iturriaga- pero no vería con malos ojos alguna clase de freno a la gente que monta un circo fotográfico en los restaurantes”. Hace unos días él mismo dedicaba su columna semanal en El País a este tema.

¿Pero alguien se atrevería a tomar una medida que de entrada no parece muy popular ni simpática? “Los restauradores tienen mucho miedo, no quieren perder más clientes y tragan con lo que sea”, apunta Pau Arenós, crítico de El Periódico y Premio Nacional de Gastronomía 2005.

“De cara a la galería puede resultar una muestra de egocentrismo y causar animadversión hacia ese restaurante”, reconoce Xavier Franco. Y resultar contraproducente, añade Mauro A. Fuentes, Director de [email protected] en España y experto en redes sociales. “Llegará el día en que un restaurante sin fotos o comentarios en páginas de reserva no inspire confianza a un tipo de cliente que se guía de eso para la elección de lugar”.

Aunque los grandes restaurantes pueden parecer ajenos a esta moda y la presión ejercida desde las redes sociales, Luis Rodriguez -responsable de social media en la agencia R* y activo gastroblogger- recuerda el caso de dos restaurante que no permitían hacer fotos hace un tiempo pero que han terminado por eliminar esta restricción.

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En el primer local de DiverXo estaba prohibido para no estropear la sorpresa a futuros visitantes del restaurante. Arenós nos confirma que, efectivamente, a David Muñoz -chef del DiverXo- no le hacen ninguna gracia las fotos, “y tiene llenazos”.

El argumento que esgrimían en el restaurante de Ramón Freixa también parece tener mucha lógica. “Te pedían que no tomaras fotos y te mandaban ellos fotos bien hechas, porque les preocupaba la mala calidad de las fotos que se estaban compartiendo en las redes sociales”, cuenta Luis.

El peligro de las malas fotos

El propia Ferran Adrià confesaba en una reciente charla organizada por la AFP (Asociación de Fotógrafos Profesionales de España) que la idea de fotografiar y catalogar todos sus platos surgió al ver como sus clientes sacaban el móvil y comenzaban a retratarlos. Esa iba a ser -comentaba Adrià con gesto preocupado- la imagen de El Bulli.

“Hacer fotos, y lo sé porque trabajo con fotógrafos extraordinarios, es muy difícil”, argumenta Pau Arenós para explicar ese doble filo que tienen las instantáneas que hacen y difunden los aficionados y que pueden “convertir ese plato lleno de vida en una bazofia zombi”.

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Pese a este peligro, restauradores y comensales coinciden en señalar que una política anti-fotos acabaría afectando a la visibilidad del negocio. “Vivimos en una sociedad con cada vez más impactos y el no saber manejar la economía de la atención podría ser peligroso para los mismos”, recuerda Mauro, muy activo en las redes sociales y perfil perfecto de lo que hoy en día se conoce como influencer.

Como ejemplo de quienes aprovechan estas nuevas tendencias en su favor cita el restaurante Comodo, en Nueva York, que ha creado un “Instagram menu” basado en las fotos que hacen sus clientes con un hashtag propio. Un buen ejemplo de cómo subirse a la ola de las modas en lugar de intentar oponerse a ella.

Moderación y sentido común

Por ahora, eso sí, la comida sigue siendo más importante que las fotografías. Así, ninguno de los expertos consultados se plantearía dejar de ir a un restaurante por el hecho de que no permitiera sacar fotos. “Me importa más que la comida, el servicio y el ambiente sean buenos que lucirme en Instagram”, confiesa Mikel Iturriaga.

“Aunque compartir la comida o poder escribir de ella en el blog es algo que me encanta, lo principal al visitar un restaurante es la oferta gastronómica que me voy a encontrar”, asegura Luis Rodríguez. Y sabe de lo que habla porque, sin ir más lejos, sus comentarios sobre hamburgueserías de Madrid son ya una auténtica referencia en la red.

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El sentido común para no molestar a los camareros ni a los otros comensales -“intenta no montar un estudio en tu mesa”, recomienda Arenós- y la moderación con las fotos parecen ser los ingredientes clave para asegurar la buena convivencia entre cámaras y restaurantes.

Aunque, entrados en materia, el autor de “La cocina de los valientes” lanza una pregunta tras asegurar que le daría mucha pereza tuitear cada plato del menú. ¿No es mejor mimar al otro comensal que a la cámara réflex?

Levantada la veda, Mikel también se anima. ¿Móvil sí o no en la mesa? «No, si estás todo el rato dando la tabarra con la cámara. Y no, desde luego, a estar charlando o chateando con el móvil mientras comes: es una estupidez y una falta de educación».

¿Las fotos un problema? Parece que el teléfono por sí solo es una asignatura pendiente y más urgente. “Quizás deberían crear un modo restaurante que permite hacer fotos o tuitear, pero no recibir llamadas”, propone Xavier Franco. “Si no somos capaces de desconectar ni siquiera un par de horas, ¿a dónde vamos a ir a parar?”, se pregunta.

En Norte un enchufe cerca de la cocina suele acabar siendo la central de carga de los móviles de algunos clientes . “No suelen dejarlo en silencio así que si les llaman toca acercárselo”. Y pedirles, ahora sí, que quiten el volumen. “En una ocasión una clienta nos preguntó que quién la estaba llamando para ver si lo cogía o no”, recuerdan. Con este panorama, si hizo o no fotos es lo de menos.

24 COMENTARIOS

  1. Ningún problema, con no ir a esos restaurantes «dictatoriales» problema solucionado… no es justo que tengamos que soportar las 24 horas del día a cocineros haciéndose el gracioso en TV y luego les moleste una foto en sus locales…

  2. La verdad es que me repatean esos pardillos (incluso algunos famosos o «gurus») que están compartiendo todo el dia lo que comen por Instagram. ¿Es que no tienen nada más interesante que contar? ¿su vida es así de aburrida?

      • Eso es lo mismo que llenar la calle de mierda de caballo y luego argumentar: ah, pero al que no le mole que no lo huela ni lo pise y ya está!

        • Si solo compartieran comida….pero se suelen dedicar a poner otros detalles que nada importan a nadie: cuantos km corren, o que aplicaciones se instalan en el móvil… vidas aburridas perfectamente documentadas en gigas y gigas de disco duro éticamente infrautilizado y totalmente prescindible.

  3. Muy buen artículo. Para aportar mi granito de arena, yo creo que en muchos de los casos las fotos son una bendición para los restaurantes, al fin y al cabo, si sacas fotos y las compartes con tus amigos/conocidos, por norma general suele ser para dar envidia y mostrar la buena pinta que tiene un plato que te estás comiendo.
    A la gente normal, no le importa mucho que no sea una foto profesional!

  4. No es algo que hagamos habitualmente, pero sí que en ocasiones hacemos fotos de los platos que estamos comiendo, sobretodo en restaurantes y bares en los que nos sorprenden o nos gustan de manera especial…
    No creemos que sea nada que pueda perjudicar al restaurante.

  5. Buena reflexión! Me parece un poco raro cuando voy a una tienda/panaderia y no dejan sacar fotos pues si estoy haciendo es porque me ha gustado y voy a recomendar a la gente. Me parece poco simpático. Lo mismo sobre restaurantes. De cualquier manera siempre pregunto si hay fotos profesionales disponibles para posts, ya que por supuesto serán mucho mejores que las mías.

  6. Las fotos, cuando las hago, me sirven de base para una contar una historia. Con el tiempo he descubierto que es molesto para los acompañantes. Y me da rubor que sean malas fotos….
    Un saludo

  7. Pues viendo la preocupación de los restauradores por la imagen de sus platos, más de uno debería preocuparse además de por el sabor, por la presentación y la iluminación de sus locales. Del sonido también hay tema.

  8. Un buen plato ofrece una buena imagen del restaurante que se refleja en la foto que se toma de él. Creo que es una ventana y gratuita que tiene el restaurante y que puede beneficiarle más que perjudicarle. Yo pido un plato ( un menú) lo pago y eso es de mi propiedad, pago por el plato, por el local y por los servicios que me ofrecen lo que dá derecho a hacer la fotografia de lo que me como . Algunos cocineros pueden temer ¿ una prueba fotografica de una mala ración…? Una foto ofrecida por la propia empresa no garantiza que sea original ni similar a lo que se come. De sobra es conocida las manipulaciones y trucos que se hacen en la foto profesional.
    Diferente es la mala educación de la persona que molesta en la mesa adyacente para hacer una foto a un plato que no le pertenece.

  9. […] No solo de cocinar vive el foodie, también de comer. Si somos de los que necesitamos compartir todas nuestras experiencias gastronómicas en bares y restaurantes, también existen multitud de redes sociales para esto. Una de las últimas en aparecer, apadrinada nada menos que por Andoni Luis Aduriz, ha sido Onfan. Se define como una mezcla entre Tripadvisor y Instagram. En ella los protagonistas no son los establecimientos sino sus especialidades, su cocina. De ahí la necesidad de colgar fotos de los platos disfrutados. O sea, la pesadilla para algunos restaurantes de Nueva York. […]

  10. Nosotros sacamos fotos ocasionalmente en los locales que nos gustan y queremos recomendar. Así que sería un poco raro que las prohibieran… En cierta manera, nos parece tirar piedras contra el propio tejado.

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