Los candidatos y la cocina, una relación complicada

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¿Qué estarán haciendo los candidatos de los partidos durante la jornada de reflexión? Frente a lo aburrido de las presumibles respuestas reales -con la familia, trabajando con el equipo de campaña…- nos gusta más imaginar a Mariano Rajoy jugando al futbolín con su amigo Bertín Osborne, a Pedro Sánchez poniendo caras delante del espejo, a Pablo Iglesias practicando running con Ana Rosa Quintana, a Albert Rivera y Pablo Motos echando carreras en unos karts, a Alberto Garzón mirando el móvil enfadado porque nadie le llama…

Cualquier cosa, excepto cocinando. Y es que la enorme presencia mediática que los candidatos a presidente han tenido durante la campaña ha permitido descubrir algunas facetas más desconocidas de su vida, y también deprimirnos un poco ante la nula o lamentable relación de todos ellos con el mundo de las cazuelas.

En realidad tampoco debería sorprendernos, porque lo más cerca que ha estado esta carrera electoral de hablar de cocina y alimentación son esos curiosos datos que llegan cada día sobre el precio de la fruta en Andorra. Un divertido truco que ha usado la agencia de demoscopia Electograph para saltarse la ley electoral que prohíbe dar datos de encuestas desde hace unos días. Usando el color de algunas frutas y verduras, los datos sobre intención de voto se presentan en Twitter como el precio de esos productos. Ingenioso, ¿verdad? Ya verás cuando se lo expliquen a Manuel Campo Vidal, animado moderador del debate del otro día entre PP y PSOE.

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Pero sí, las dichosas frutas andorranas es lo más cerca que algunos partidos y candidatos parecen haber estado del tema gastronómico. Mucho paseo por los mercados para besar niños y demás, pero el repaso a los programas electorales es bastante deprimente en esta materia. Lo explicaba con todo lujo de detalles el otro día Juan Revenga, nutricionista, en un más que recomendable análisis político-alimentario-electoral.

Pero no se trata de revisar los programas que nadie se lee. Entre otras cosa porque en jornada de reflexión igual queda feo. La idea es repasar lo que durante estas últimas semanas hemos aprendido del lado más cocinillas de los presidenciables. Y llorar ante el desolador panorama.

Lo de Bertín Osborne y Rajoy en la cocina es, posiblemente, el punto gastronómicamente más interesante de la campaña. Y teniendo en cuenta que no sabían encender el fuego y hablaban de hacer unos mejillones al vapor como si se tratara de física cuántica, parece que no ha habidos muchos momentos Top Chef en la campaña.

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Que tampoco se trata de que, como en la Casa Blanca, elaboren su propia cerveza artesana, pero entre eso y la desidia gastronómica de Rajoy y Sánchez en la cocina de Bertín Osborne, seguro que hay un término medio. Y es que, si el uno a duras penas sabía cortar el queso, al apuesto candidato del PSOE le costó media hora hacer un zumo de frutas. Y eso que, según contaba él mismo, lo hace cada día para sus hijas.

Quienes estén pensando que se trata de cosas del bipartidismo y de la llamada vieja política, están equivocados. Los candidatos de Ciudadanos y Podemos que se presentan como alternativa generacional parece que tampoco se apañan mucho mejor entre fogones. O, mejor dicho, no tiene pinta de que les interese lo más mínimo.

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Pablo Iglesias ha sido el que más se ha extendido sobre el tema, dejando que la mismísima Ana Rosa Quintana se colara en su cocina. Sobre la decoración a lo Cuéntame no diremos nada, porque ya lo analizaron al detalle los compañeros de Gastronomistas en un divertido artículo en el que, sólo con ver esa cocina -“que parece de una película de León de Aranoa”, apuntaban sabiamente- se pueden deducir muchas cosas de Iglesias.

«Cocino un poquito», prometía Iglesias. Pese a ello la propia Ana Rosa Quintana sufrió en sus carnes el concepto de gastronomía del muchacho: salmorejo de bote, jamón serrano envasado -punto para él si se trataba de plantar cara a la malvada OMS- y café para desayunar después de unas carreras matutinas.

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«Toma, otra noche que tenemos pizza ni de izquierdas ni de derechas para cenar» (Foto GTRES)

El otro gran líder de la llamada nueva política tampoco se sale del guión. No hemos visto la cocina de Rivera, pero sí ha dejado claro que “no cocina. Seguro que más de algún malvado está pensando ya chistes con Breaking Bad, pero como es jornada electoral mejor hacerlo en voz baja.

¿Y Alberto Garzón? No es sólo que no haya estado en los principales debates, es que el candidato de Izquierda Unida-Unidad Popular ha tenido una presencia mediática notablemente menor que sus contendientes, sin que, al parecer, nadie haya hecho muchas preguntas al respecto.

Alberto Garzon
«¡Hacedme caso, copón!»

Y lo peor del asunto es que nos quedamos con la intriga de saber si Garzón es la gran esperanza blanca -roja, mejor dicho- de la gastronomía, porque por más que hemos rebuscado en los programas en los que ha aparecido, no hemos dado con ninguna pista sobre su relación con los pucheros, ni hemos descubierto si, al contrario que al resto de candidatos, lo de cocinar le interesa al menos un poco.

Los candidatos a presidente tienen cosas más importantes que hacer que unos bagels caseros para desayunar, estarán pensando muchos. Y posiblemente tengan razón, lo que pasa es que a nosotros la gente que cocina, o que al menos tiene cierto interés por el tema, de entrada siempre nos cae mejor. Así que seguiremos reflexionando.

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