El acontecimiento gastro-televisivo de la Semana Santa 2013 es sin duda La última cena del Canal Historia. En este minidocumental David Muñoz, chef de DiverXO, ha creado un menú en base a la que podría haber sido la última cena de Jesús a sus apóstoles. El vídeo, con ayuda de una muy buena campaña de comunicación, ha corrido por las redes sociales. Ha generado multitud de comentarios, reseñas y menciones, pero nos atrevemos a vaticinar que a muchos les ha pasado como a nosotros, nos ha sabido a poco.
Ya que nos metemos en harina, encargamos un estudio paleogastronómico a Miguel Ángel Almodóvar y ponemos a Muñoz a crear cinco platos -muy elaborados- qué menos que un documental como dios manda y no un vídeo de solo 2 minutos de duración.
A falta de documental, bueno es este vídeo con aires de trailer. Sobretodo para disfrutar de la plasticidad de la cocina de David Muñoz y de sus dobles sentidos. Somos fans de la corona de espinas, de las crestas de gallo y del pan y vino. Las creaciones, eso sí, son de alto nivel, pero por si alguien se anima las recetas ya están en la red, aunque no son muy asequibles para el común de los mortales.
No es la primera vez que un medio se anima con un ejercicio parecido. Sin una promoción tan potente como en el caso del Canal Historia, en 2009 el Magazine de El Mundo ya encargó a 12 chefs de prestigio que dedicaran un plato a cada apóstol. Joan Roca, el desaparecido Santi Santamaria y Sergi Arola entre otros, crearon platos desde la esencia de gazpacho hasta el arroz de verduras del desierto. David Muñoz solo coincide en el concepto con uno de estos chefs apóstoles. Se trata del carré de cordero, que en El Mundo ideó Pedro Larumbe y que acompañó de porra antequerana.
Ciertamente en la iconografía clásica de la Santa Cena (pinturas, frontales, frisos y demás manifestaciones artísticas desde el medievo hasta hoy) hay tres elementos del ágape que se repiten: el vino, el pan -ácimo, o sea sin levadura- y el cordero. Ha habido a lo largo de la historia el convencimiento de que, al tratarse de una cena durante la pascua judía, debían sacrificar un cordero lechal como es tradición.
Por eso casi todos los que representaban la comida ponían carne. ¿Todos? No. Leonardo da Vinci, artista del Renacimiento se atrevió a innovar con un plato de anguila. Fue en una pintura que ha dado mucho juego en lo que a reinterpretación histórico-religiosa se refiere.
Es posible que David Muñoz se dejara llevar por esta representación para el entrante de anguila y angulas con mantequilla negra, naranja sanguina y palo cortado. Es posible porque en la pintura de Da Vinci la anguila se sirve con naranja y granada. He aquí un hilo que va del siglo XV a la actualidad.
Martí Casas, historiador del arte, nos explica que la parte gastronómica de la última cena ha sido destacada en muy pocas representaciones. Así como la mesa (el mueble) tiene mucha importancia iconográfica, no pasa lo mismo con la comida. En muchos casos no aparece nada encima de la mesa, como si no estuvieran cenando, o es muy frugal.
Casas destaca algunas excepciones como la Santa Cena de Pere Teixidor, una tabla gótica donde la profusión de detalles es importante, llegando incluso a la vajilla. Hay una especie de sopa en los boles, cortan lo que parece ser una pierna de cordero y se distingue perfectamente el corte que hace Santiago de un pan plano, como no podía ser de otra manera al tratarse de un pan sin levadura. Curioso también como retrata a los apóstoles, más pendientes de la comida que del protagonista e incluso cómo el banquete continua bajo la mesa para perros y gatos.
Otro caso de mesa bien puesta y apóstoles distendidos es la obra del pintor italiano barroco Daniele Crespi. Hay una fuente con un gran pescado -apostamos a que es una trucha de río-, otra con lo que parecen sardinas, el centro de la mesa está presidido por el cordero, hay panes, vino, naranjas y dos fuentes más con alimentos por identificar y que bien podrían ser hierbas amargas. La comida es tan importante como para que incluso aparezca en el fondo un «camarero» con una bandeja dispuesto a servir.
Un poco más sórdida es esta otra Última cena de Jacopo Bassano -renacentista italiano- con una naranja, un mendrugo de pan y una cabeza de cordero -quizás demasiado realista-, pero muy adecuada para retratar este final de cena con el momento clímax del anuncio de la traición. En todo caso parece ser que Bassano apuesta por servir el cordero lechal entero cual cochinillo.
Pan, vino, carne, pescado… La última comida de Jesús ha dado y sigue dando qué hablar veinte siglos después. Una última cena tecnoemocional o la actual cocina de Pascua -bacalao, torrijas, monas…- son parte de la Semana Santa gastronómica. Unos días también para disfrutar.