Jordi Cruz: «Ni presentador ni estrella, soy 100% cocinero»

Jordi Cruz nos espera en la cocina de Abac, su restaurante con dos Estrellas Michelin en la zona alta de Barcelona. MasterChef ha hecho de él uno de los cocineros más conocidos y aparentemente ocupados del país, pero asegura que nada -tampoco la televisión- le alejará de la cocina, donde dice pasar todo el día. Acostumbrado a las cámaras, posa con soltura, aunque se resiste a entender qué pinta él en las revistas del corazón. Aunque no llegamos a tiempo de preguntarle por MasterChef Celebrity -no se había anunciado cuando se realizó la entrevista- sí charlamos sobre su papel en el programa. ¿El malo del jurado? ¿El guapo oficial del mundo de la cocina? ¿Demasiado espectáculo y poca cocina? Y sí, también le preguntamos por Natalia y por la polémica sobre el machismo en el programa.

¿Lo tuyo con la cocina es desde siempre o una vocación tardía?

Tenía 7 años cuando decidí ser cocinero. Es algo tan sencillo como focalizar el poco talento que tenía en algo que se me daba bien.

Con 24 años consigues la primera Estrella Michelin. ¿Cuál es el truco para que eso no se suba a la cabeza?

Era muy fácil, porque yo no sabía lo que era una Estrella Michelin, me lo contaron a posteriori. Dije que muy bien, pero fue luego cuando vi la dimensión que tenía y todo lo que representaba. Es un premio al reconocimiento que no tienes que tomártelo más allá de lo que es. Es algo muy bueno que te premien por lo que estás haciendo y te digan que sigas haciéndolo muy bien, pero no te vuelvas loco. Ese es el mensaje y hay que tomárselo así.

¿Qué porcentaje de cocinero, presentador y estrella hay ahora mismo en Jordi Cruz?

100% cocinero. Presentador o jurado es un hobby muy bonito, que además tiene el premio de poder divulgar la cocina ante mucha gente. Y lo de la estrella, más allá de las de Michelin, no sé a que te refieres.

Abac, con dos Estrellas Michelin, apunta fuerte hacia la tercera. ¿Qué importancia tiene para un cocinero?

Lo primero, es un reconocimiento. Es obvio que tu orgullo y satisfacción personal va ligada a estos premios. Es un reconocimiento al equipo, al trabajo que estás haciendo. Hay que verlo así. ¿Quién no quiere que su tarea esté reconocida y que le den un valor especial? Te están posicionando en un mapa gastronómico y están diciendo que lo haces muy bien, que tu casa merece desviarse e ir expresamente a comer, y nosotros lógicamente nos pirramos por tener la tercera. Nos encantaría tenerla cuanto antes mejor y estamos luchando por ello, pero a su vez con los pies en el suelo. Siendo conscientes de que no tenerla nos motiva a hacer muchas cosas y de que estamos en ese punto en que esperamos merecerla.

Televisión, actos, libros, asesorías… ¿cuándo queda tiempo para cocinar?

Yo cocino todo el día. Hay mucha gente que viene a casa y dice “ah, pero si estás aquí”. Me quedo sorprendido porque lo raro es que esté por ahí. Lo normal es que esté aquí. Y terminado de grabar MasterChef -que tampoco estamos todo el año sino unos pocos meses- directamente me vengo aquí. Me tiro el día aquí. Mi vocación, lo que me motiva y me llena, y lo que me hace sentir orgulloso y realizado es cocinar y hacer platos, que es mi talento natural. Ni la tele ni nada que pueda hacer me desviará un ápice de ese camino: hacer cocina y ser cocinero.

¿Qué aporta MasterChef como programa de cocina en una televisión pública?

Yo he tenido la suerte de tener restaurantes y alucinarías la de niños y personas que antes no tenían la gastronomía como hobby y lo han adquirido. Está claro que MasterChef le habla a una masa social que antes quizás no valoraba tanto, no sólo la alta gastronomía, sino la variedad gastronómica que tenemos, la calidad del producto, el hecho de que cada campanario tiene un plato tradicional. Estamos divulgando gastronomía. En el restaurante cocino para 50 personas al mediodía y 50 por la noche, y llegas a esas 100 personas al día. Con MasterChef, directamente llegamos a 3 o 4 millones, e indirectamente imagínate, porque TVE se emite en todo el mundo.

Creo que es necesario porque antes decían que era una moda y es la estupidez más grande que se puede escuchar, porque la gastronomía en nuestro país es buena de antaño. Y ahora encima tenemos la suerte de tener una generación de cocineros que es la leche en vinagreta. Hay que divulgarlo, hay que hablar de ello, y lo que más nos llena en MasterChef es, más allá de que la gente diga que haya ganado este o el otro, el hecho de que llegamos a una gran disparidad de personas a las que acercamos la gastronomía.

¿Se coloca el espectáculo por delante de la cocina en MasterChef?

No, para nada. Hablamos de cocina todo el rato, es un programa de cocina. Tiene una pequeña parte que es de entretenimiento, lógicamente. En la televisión, o entretienes o aburres, y si aburres te echan, o sea que hay que entretener. Creo que lo hacemos de una forma simpática y en base a la amistad que hay en el jurado y a las cositas que tenemos que son totalmente reales, no hay ningún tipo de apaño.

Intentamos que los aspirantes perciban la dureza de nuestro oficio. Nosotros somos el reflejo. Somos maestros, profesores, jurados y clientes que pagan. Entiendo que esa mínima parte que hay de entretenimiento tiene que estar porque para que la gente vea MasterChef tiene que ser un formato entretenido. Porque si no la gente cambia de canal, y de cocina ni se habla ni leches.

¿Cómo llevas el papel de duro del jurado?

No es un papel. La gente me dice «haces de malo». No. Seguramente soy más estricto que en mi cocina, pero lógicamente porque hacemos de cliente que paga. En mi casa no tengo que hacer de cliente que paga, hago de cocinero. Intento ser tiquismiquis, profesional, exigente al máximo, pero mi equipo de cocina, con una mirada, sabe de qué estamos hablando, no necesitan ni media voz. Es una gente muy profesional.

La televisión es otro rollo. Se tiene que percibir esa dureza del cliente. Si a un cliente le pones un plato malo sencillamente no vuelve, no te paga y te dice «esto es una mierda». Intentamos que ellos perciban esa exigencia que creo que no es dureza, es lo que te exige el cliente, sin más.

Yo me pongo muy serio, me creo lo que digo pero no me considero alguien duro ni malo, ni el Risto Mejide de la cocina. Pepe es una persona que dice lo mismo pero con más ironía. Está de vuelta -a mi me falta un poco de camino-, él es más viejo lógicamente. Él ya lo ha vivido. Y Samantha es la unión de los dos, y además se fija un poco más en la parte estética del plato. Cada uno hace su papel real, no impostamos nada.

¿Cuánto de guión hay en MasterChef?

Guión hay el mínimo necesario para que el jurado pueda transmitir la información de cómo se van a realizar las pruebas, los tiempos y demás. A partir de ahí, no es que nos dejen libertad, es que tú no puedes guionizar a un cocinero.

Hemos aprendido un montón. Nos han enseñado a hablar, a estar más relajados y a dónde tenemos que llegar para que sea más entretenido, porque somos cocineros. Pero hay mucha parte de Pepe, Samantha y Jordi en ese jurado que es totalmente real.

¿Podemos decir que Jordi Cruz es el guapo oficial de la cocina española?

Es por contraste. Yo soy guapo por contraste, porque tengo al lado al señor este, a Pepe Rodríguez, que entiendo que tiene su público. Pepe tiene su gracia y su tirón, y bueno hay chicas que le ven algo -que yo no sé lo que es- y por contraste yo parezco más mono. Pero nunca he sido guapo. Me han llamado guapo a partir de que he salido en la televisión, y eso hace que yo no me lo crea. Soy resultón, eso sí, no te lo voy a negar. Tengo una voz potente y creo que a chicos y chicas les gustará ese punto, pero más allá de eso no me creo nada.

Un cocinero en las revistas del corazón. ¿Cómo llevas esa parte de la fama?

Eso no lo entiende ni Cristo. Siempre digo lo mismo. Yo no hablo de mi vida personal y no es el típico papel de «mira este chulangas que no habla de su vida personal». Creo sinceramente que más allá de mi papel de cocinero y de lo que hacemos en MasterChef, mi vida le importa cero a nadie. Es que no tiene nada de interesante. He estado toda mi vida currando en una cocina, y de cocina te puedo explicar mil batallas, pero nunca he sido una persona de salir de fiesta ni he hecho nada tan especial. Así que cuando me veo en una revista del corazón no lo entiendo. En una revista de cocina, en un libro de cocina… pero ¿en una revista del corazón? Yo, que tengo menos gracia para ligar, soy más soso que la leche y nunca le he entrado a una chica…

Se ha hablado mucho de Natalia, una de las participantes -ya expulsadas- con la que parecías tener muy buena relación. ¿Tampoco era parte del guión?

Era una broma. Bueno a ver. Natalia es una chica que tiene una mirada muy atractiva y que es muy mona, y el hecho de que ella vea que te acercas y se venga arriba, pues te sale hacerle la gracia.

¿Qué opinas de las críticas a MasterChef por machismo?

Samantha el otro día le dijo a Ángel “torero, guapo, machote” y nadie se percató de que le estaba echando unas gracias a Ángel. Yo escucho cosas de machismo que me parecen una estupidez. Lo machista es decir eso. Si buscamos equilibrio y equidad entre los sexos, creo que la gente se tiene que expresar libremente sin herir a los demás y sin faltar al respeto, claro. Y si en un momento dado dices qué persona más guapa, qué persona más atractiva, eso no tiene que ser ni síndrome de ligón ni síndrome de machista. Quien dice eso es justamente el que está siendo machista o feminista. Sexista.

Fue especialmente criticado el momento en el que Pepe y tú mirabais la foto de una de las candidatas en Interviú.

Nosotros somos un programa muy serio, y no se nos gana ni por ser guapo ni por ser listo ni por ser tonto. Siempre tenemos la misma vara de medir, y el ejemplo fácil es el de el “León come gamba”. Era una persona que aparentemente parecía frágil -en realidad no lo era-, y lo que menos te apetece es decirle la verdad sobre su plato. Si has entrado a MasterChef, el concurso de cocina más duro del mundo, y has hecho un plato que no está a la altura y que parece una bobaina, pues se lo dices tal cual y no pasa nada.

Y a esa chica le hicimos la coña marinera, y después el jurado es totalmente serio. Nos parece que no merece entrar y no entra. Sin más.

Hablando del famoso “León come gamba”, ¿veremos algo parecido en esta edición?

Yo creo que ya lo hemos visto. ¿O no te acuerdas de la bomba de sangre de Aniuska? No me parece un “León come gamba”, me parece un plato fallido. Un plato nacido del estrés, de las prisas de razonar poco, de los nervios que te llevan en algunos casos a hilar una cosa que está muy bien hecha y tiene mucho sentido, y en otras a hacer un sinsentido. Lo malo no es hacer un plato fallido, sino perder la gran oportunidad que es estar en MasterChef por no haber sabido gestionar ese tiempo que has tenido. Creo que es más la rabia que siente el aspirante, la impotencia, que no lo que le podamos decir nosotros.