Grandes momentos gastronómicos del cine español para la noche de los Goya

Jamon-jamon

Como cada año por estas fechas hoy se celebra el mayor acontecimiento del cine español: la gala de entrega de los Premios Goya.  Un evento en el que los ciudadanos de este fantástico país aprovechan para dar rienda suelta a su celebérrima capacidad para criticarlo todo, y en el que nuestro star-system particular lanza proclamas políticas en medio de interminables discursos de agradecimiento.

Sí, esa gala que nadie ve pero que todo el mundo comenta volcando su odio visceral hacia el cine de casa. Porque ya se sabe que aquí el patriotismo va de banderas y de fútbol, pero cuando se trata de la cultura no hay mejor pasatiempo que regodearse en nuestra supuesta mediocridad. Pero nada más lejos de la realidad, aquí se hacen estupendas películas, y de todas ellas hemos seleccionado unas cuantas escenas gastronómicas en otro alarde de periodismo de investigación pop.

La tortilla rusa (Airbag, 1997)


Un de los escasos momento en el que el cine español y el público se ha llevado bien fue, precisamente, con el estreno de Airbag, de Juanma Bajo Ulloa, una película que supo mezclar una estética tarantinesca (de Tarantino) con unas buenas dosis de humor cañí de esas que tanto gustan por estos lares. El resultado fue un auténtico bombazo en taquilla, aunque para un servidor no pasa de ser una película correcta que no aguanta más de un visionado. En todo caso, merece estar en esta lista por esta delirante escena en la que el mismísimo Arguiñano se la juega con la «tortilla rusa». Con pan y vino, por supuesto.

La última cena (Viridiana, 1961)

Dirigida por el genial Luis Buñuel, Viridiana es una de la grandes joyas de nuestra cinematografía. Tras alzarse con la Palma de Oro en el festival de Cannes, la censura franquista ordenó la destrucción de la película, que consiguió salvarse porque Silvia Pinal, protagonista de la cinta, escapó a México con una copia. Onírica y cargada de simbolismo, Viridiana cuestiona la naturaleza de la caridad y la fe cristiana, y cuenta con una escena alrededor de una mesa simplemente magistral.

Un gazpachito y a dormir (Mujeres al borde de un ataque de nervios, 1988)

Odiado e idolatrado a partes iguales, Pedro Almodóvar acostumbra a ser uno de los protagonistas destacados en todas las galas de los Goya, ya sea de cuerpo presente o no. Mujeres al borde de un ataque de nervios es, probablemente, su comedia más redonda, y en ella aparece el gazpacho más famoso del cine. Y es que en un alarde de experimentación gastronómica, Carmen Maura decide añadir unos cuantos somníferos a la receta tradicional. Y oye, no parece mala idea, porque la iracunda y picasiana Rossi de Palma se queda bien suave después de un vaso del potingue.

El pisto del amor (Todo es mentira, 1994)

Y seguimos con la comedia. En Todo es mentira -dirigida por Álvaro Fernández Armero y protagonizada por unos jóvenes Penélope Cruz y Coque Malla-, se recrea con maestría uno de los momentos más incómodos que se pueden vivir alrededor de una mesa: comer por primera vez con los padres de tu novia. Una situación que si ya es dramática de por sí, se vuelve catastrófica si te sirven el plato que más detestas.

Así comen los vascos (8 apellidos vascos, 2014)

Y en la misma línea de comida incómoda con los suegros, para rematar la jugada, nada mejor que añadir al drama la presencia del vasco fundamentalista que Karra Elejalde interpreta en 8 apellidos vascos. Sí, ese cóctel de topicazos para todos lo públicos que se ha convertido en el mayor bombazo del cine patrio.

Una cena “ferpecta” (Crimen ferpecto, 2004)

Y coronando el apartado de comidas familiares en las que jamás te querrías ver, rescatamos esta delirante escena de Crimen ferpecto, de Alex de la Iglesia. Lo tiene todo: novia siniestra, madre desquiciada, padre narcoléptico, niña demoníaca y novio al borde del colapso nervioso.

A jamonazos (Jamón, jamón, 1992)

Si hay un director que ha sabido incorporar la gastronomía a su imaginario particular ese es, sin duda, Bigas Lunas. Y es que en todas sus películas la comida adquiere un gran simbolismo, y si no que se lo digan a la pobre Valeria Marini y su desagrable affair con una anguila. Pero por si acaso hay menores en la sala, nos vamos a quedar con esta gran escena de Jamón, Jamón en la que Javier Bardem y Jordi Mollà se enzarzan en un duelo de paletillas a muerte, emulando el cuadro del Duelo a garrotazos de Goya, mira tú por donde. Sí, ya sé que algunos esperabais lo de las tetas con sabor a tortilla.

Chinita (Torrente, 1998)

Otro de los pocos momentos en los que el selecto espectador medio del país parece reconciliarse con su cine es con las entregas de Torrente. En la película inaugural empezamos a conocer a su simpático protagonista gracias a escenas tan descacharrantes y políticamente incorrectas como ésta, en la que el nauseabundo policía se come un menú en un restaurante chino. Lo mejor, la descripción del cerdo agridulce como “cortezas con mermelada”. Lo peor, que posiblemente esta escena no sea tan inverosímil.

Apología de la carne pera prima, 1980)

Tras la cansina polémica de la carne y el cáncer con la que la OMS y algunos taliveganos nos estuvieron taladrando hace algunos meses, es de recibo recuperar esta maravillosa secuencia de Ópera prima, el debut cinematográfico de Fernando Trueba. Y es que en ella, un inspirado Óscar Ladoire nos regala la que probablemente sea una de las más potentes apologías del consumo de carne.

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