Gallos, gallinas y exceso de testosterona. Esto es lo que ha dado de sí la edición 8 de ‘MasterChef’

Si hay algo que marcará esta octava edición de MasterChef será, como no, el coronavirus. También el programa se ha visto afectado por la crisis sanitaria, con los concursantes confinados juntos en la casa del programa durante unas 6 semanas extra.

Para nosotros, los espectadores, el programa ha durado lo mismo, pero los concursantes se han visto afectados también por la pandemia, pasándola todos juntos como si de un Gran Hermano se tratara. De hecho, esta ha sido la primera edición en la que hemos visto “la casa”, gracias en parte a los vídeos que los concursantes hicieron durante el confinamiento por aquello de hacerlo más llevadero.

En lo culinario, pues la verdad es que, aunque en un principio parecía que los concursantes estaban más preparados que en ediciones anteriores, lo cierto es que ha sido más de lo mismo. Pese a que el encierro les ha servido para mejorar algo sus técnicas, lo cierto es que eso que desde el jurado denominan «la necesaria evolución», este año nos ha costado encontrarla. Y sospechamos que al programa también. Solo eso explicaría que en la semana 11 del programa montaran una prueba de delivery en la que tenían que preparar un bol de palomitas, hummus o guacamole…

Eso sí, al prueba sirvió para conseguir desquiciar a la pobre Juana, la veterana del concurso, que como es normal, no pudo seguir el ritmo loco impuesto por los jurados en la prueba. Tampoco consiguió Juana adaptarse a las técnicas de vanguardia: “Yo me lío con las cocinas de MasterChef. Tienen todo moderno y robots. Yo prefiero mi gas y mi olla express de 1900. En mi casa tengo una sartén que le regalaron a mi madre cuando se casó”. ¡Ay Juana! Si por nosotros fuera, se podría haber quedado hasta el final.

Pero, para ser justos, y pese a su indudable mano en los fogones, lo cierto es que, que llegara hasta el programa 11 en un concurso en el que siempre se recalca que hay que evolucionar y adaptarse a nuevas técnicas, no se acaba de entender si no es por las “preferencias” del jurado. Pese a todo, no les culpamos. Ha sido una concursante entrañable, y muy buena en lo que a compañerismo se trata. Pero claro, este no es un programa de convivencia, ¿no?

Y lo mismo podríamos decir de Michael. Aunque en este caso aún es más incomprensible que aguantara hasta la semana 10. Sin apenas relación con prácticamente ninguno de sus compañeros, su nivel en las cocinas dejaba bastante que desear. Su única capitanía en una prueba de exteriores pasará a la historia como la más boicoteada del programa. Y es que José Mari y Andy no dudaron en ponerse en peligro ellos mismos yendo a la prueba de eliminación con tal de dejar caer a Michael. Y lo consiguieron, claro.

De gallos, gallitos, pollitos y gallinas

Y hablando de José Mari y Andy, esta también pasará a la historia del programa como una de las más competitivas, especialmente entre algunos de los concursantes del sector masculino, más empeñados en enseñar los espolones que en dedicarse a cocinar. A José Mari y Andy se suman Alberto y, sobre todo, Iván.

Entre los 4, la rivalidad ha sido la nota destacada. Andy, además de por su actitud de personajillo venido a más -el pequeño Nicolás de MasterChef, le apodaron- por su obsesión con Iván. Una mezcla de odio y envidia irrefrenables. Mientras que Iván, por su parte, no perdía ocasión de hacer de menos al abogado, para enfurecimiento de este.

A Alberto todo esto le ha tocado un poco de pasada, básicamente por ser “del club” de Iván, y lo de José María ya es para un estudio aparte. Sus continuas salidas de tono y su falta de humildad y responsabilidad para asumir sus fallos le valieron el apodo de “el aspersor”, por esa facilidad con la que hacía que sus polémicas salpicaran a todo el mundo. Pero en su caso, él vino al programa a triunfar, casi más que por su cocina por sus “artes” para la imitación. Tanto es así que su última frase al ser expulsado fue: “quizá pueda venir al Celebrity y ganar”. José Mari, un consejo: lo poco gusta, lo mucho cansa.

La edición en la que más cosas han pasado “por primera vez en la historia”

Así es. Esta edición también será recordada por ser la primera vez en la que a una concursante la dejan sin ningún ingrediente en la popular prueba de robar de las cestas a los compañeros. Y la afortunada fue Teresa, que ni siquiera pudo cocinar en la prueba. Y es que tampoco ella consiguió hacerse con la simpatía de sus compañeros, según ellos, por su actitud prepotente y sus desprecios hacia Juana.

Aunque no sabemos qué es peor, si quedarse sin ningún ingrediente y no poder cocinar, o que te pase como a José Mari, a quien solo le dejaron ajos… El plato (ajo en texturas) no fue probado por ninguno de los miembros del jurado, ni tampoco por el invitado durante aquella prueba, el actor y ex concursante de MasterChef Celebrity, Félix Gómez, quien aseguró tener al día siguiente “una escena con beso”.

Otro momento histórico se produjo durante la repesca. Y es que, por primera vez en todas las ediciones del concurso, ninguno de los concursantes que optaban a entrar de nuevo en el programa dio la talla como para volver a las cocinas. “Aquí no regalamos delantales blancos”, decían los miembros del jurado, lo cual ya da una idea del nivel culinario de todos ellos.

Y visto que ninguno consiguió entrar, ¡novedad al canto! Recuperaron a 5 de los aspirantes que se habían quedado a las puertas de entrar en esta edición, para indignación de Andy: “Esto me parece vergonzoso”, afirmaba mientras se revolvía por la posible entrada de savia nueva.

El “afortunado”, por decirlo de alguna manera, fue Carlos. Y lo decimos así, entre comillas, porque, al final, su paso por el programa fue un visto y no visto. La primera semana ya fue directo a eliminación, llevándose una caña brutal por parte del jurado, totalmente injusta si tenemos en cuenta que acaba de entrar y, lógicamente, no podía estar a la altura de sus compañeros que ya llevaban semanas en el concurso. Al final, como era de esperar, expulsión directa. Total, que no acabamos de entender muy bien porque le hicieron entrar…

Pero, si por encima de todo, la gran novedad de esta edición ha sido el combate final 3. Un combate del que no vamos a hablar aquí, por aquello de no hacer spoilers a quienes aún no han podido disfrutar de la final.

¿Y qué fue de Saray?

Pues, tal y como ya predecíamos a principios de mayo, quedó claro que esto es, ante todo, un programa de televisión. Llegado el momento de la repesca, allí estaba Saray de nuevo.

Después de haber visto cómo se disculpaba el jurado con el resto de concursantes asegurando que se habían equivocado con la entrada de Saray en el programa, lo cierto es que no dudaron en “aceptarla” de nuevo para la repesca, eso sí, haciendo que, emocionada, se disculpara ante todos: “Me siento súper mal. La forma en la que me fui de aquí… ¡me arrepiento tanto! Me dio como una embolia mental”.

Y mientras, el jurado con semblante muy serio aseguraba sentirse sorprendido de verla de nuevo allí. Hombre, ¡menudo papelón! Casi hubiera sido mejor no mencionar el tema que hacer creer a la audiencia que toda esta historia tiene algo de verdad. Y es que no olvidemos que una cosa es la verdad, y otra muy diferente la telerrealidad.

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