Si 2020 no te estaba pareciendo suficientemente extraño, Burger King se acaba de encargar de subir el listón del surrealismo con su «Whopper con bajas emisiones de metano». No, no es un error tipográfico ni algún tipo de broma, ni hemos tirado de titular escatológico para conseguir clics. Se trata de una nueva hamburguesa que llega con la promesa de provenir de un sistema de producción de carne con menos emisiones de gas metano.
Aunque alguno suspirará aliviado al comprobar que al menos lo del metano se refiere a las vacas y no a los consumidores de la hamburguesa, la verdad es que sigue siendo una forma un tanto peculiar por parte de Burger King para demostrar su compromiso con el medioambiente y asumir algunos de los problemas de la ganadería intensiva.
Un tema muy serio -el famoso documental Cowspiracy ya lo abordó hace años, aunque las cifras que manejaba eran muy discutible- y que desde hace tiempo está sobre la mesa cuando se habla del consumo de carne y los problemas que supone para la sostenibilidad del planeta.
Pese a ello, la cadena de comida rápida ha optado por un acercamiento un tanto curioso y ha presentado su propuesta con un vídeo que hemos tenido que ver un par de veces para estar convencidos de que es oficial y no una parodia de algún grupo ecologista o hecho por alguien de McDonalds.
Vacas -no de verdad, no vaya a ser que recordemos de dónde viene la carne- con nubes blancas que salen de sus traseros de plástico y suben hasta contaminar la atmósfera mientras niños vestidos de cowboys cantan y bailan para acabar en un bonito parque de atracciones con una montaña rusa de hamburguesas y menos emisiones de metano. Suena a guión de David Lynch, pero es tal cual.
Pero más allá de este lisérgico vídeo, lo importante es lo que hay detrás de él y de este Whopper con menos metano: cambiar la alimentación de las vacas e incluir en su menú lemon grass para reducir así la cantidad de gases digestivos que producen y que son una de las grandes fuentes de emisión de metano del planeta.
Un trabajo de investigación realizado conjuntamente con la Universidad de California y la Universidad Autónoma del Estado de México que promete reducir las emisiones diarias de metano de su ganado en un 33%.
De todos modos, y dejando a un lado la estética del mensaje o la idea del Whopper temático -por ahora solo disponible en algunos restaurantes de Estados Unidos-, la campaña más o menos reconoce que la ganadería intensiva conlleva serios problemas. Y que los grandes de la industria de la alimentación son corresponsables.
Pese a ello, llama la atención que el discurso se centre en el metano y no en el propio concepto de la producción masiva de carne para obtener hamburguesas baratas. Aunque las grandes cadenas van incluyendo en sus menús opciones sin proteína animal, está claro que en sus planes a medio plazo no figura una idea que, por suerte, cada vez parece más extendida: hay que comer menos carne y mejor.