
En plena resaca electoral y con la Navidad asomando en el horizonte, el boicot al cava catalán desgraciadamente vuelve a ser noticia. En realidad hace ya muchos años que esta medida es apoyada por algunos sectores que, por lo visto, sacan más rédito de echar leña al fuego que de buscar soluciones y tender puentes.
Sobre lo absurdo de este tipo de campañas ya hemos hablado muchas veces por aquí. Posiblemente demasiadas, porque la historia se remonta a 2015, cuando las ventas comenzaron a resentirse, si bien las bodegas catalanas consiguieron compensar la caída aumentando sus exportaciones y dependiendo menos del mercado interno. Algo que ocurre también en el sector de los vinos.
Pero han pasado muchas cosas desde entonces, incluido un cisma en la DO Cava y la salida de algunas bodegas que defienden el carácter territorial del cava. No olvidemos que se trata de la única denominación de origen del país que no está acotada a una zona específica de producción. Vaya, que también se elabora cava en Extremadura, La Rioja o Valencia. A veces lo hacen las propias bodegas catalanas, por cierto.
Lo que era menos conocido y viene a confirmar lo ridículo de ese boicot del que posiblemente volveremos a oír hablar estas Navidades es la estrategia de algunas bodegas: venta de botellas ya listas y sin etiquetar para que después salgan a la venta como cava valenciano y extremeño.
A los del boikot al cava Catalan, os explico…hoy desde mi empresa( hacemos Cava) han salido 70 jaulas como esta hacia Valencia listas para etiquetar como vino espumoso Valenciano i lo mismo la semana pasada hacia Extremadura, venga feliz navidad i siempre os quedara don simón pic.twitter.com/my5oVYlvcL
— punkrockman (@albertnerviorot) November 7, 2019
Era un rumor desde hace tiempo, pero el trabajador de una bodega catalana lo ha confirmado recientemente a través de su cuenta de Twitter mostrando las jaulas repletas de botellas de cava y que, siempre según él, salían con destino a Valencia para ser allí etiquetadas como propias y convencer a los del boicot de que no están consumiendo algo catalán.
Algo que, por lo visto, no ha gustado a sectores de ambos lados del conflicto. Mientras algunos se sienten engañados, otros consideran que se trata de una estrategia cobarde de las bodegas catalanas, que deberían defender su etiqueta y el origen del producto.
Y pese a que por aquí siempre somos muy de defender el etiquetado claro y nos pone de los nervios esos pimientos con nombre navarro y origen lejano, o las anchoas sin carnet de identidad que juegan al engaño, esta vez hemos de reconocer que nos hace gracia la estrategia.
Frente a un boicot absurdo nada como hacer dudar a quienes lo secundan de si ese cava con el que van a brindar encantados de que no sea catalán en realidad viene de allí.