Hace ya décadas que las calorías, el tanto por ciento de materia grasa y el concepto light invaden la etiqueta de miles de productos en los supermercados. La sociedad ha cambiado, el sedentarismo está a la orden del día, el fast food se ha comido la dieta mediterránea y todos nos hemos vuelto un poco más tiquismiquis con nuestras lorzas. Así que intentar vender un producto abanderando el «no engorda» es un recurso fácil.
La dieta adulta de muchos ciudadanos está llena de estos productos. Es el modo de tener tranquilas nuestras conciencias: yo me cuido, compro yogures desnatados, productos light y con el café sacarina, que el azúcar engorda un huevo. Es mucho más fácil que currarse una dieta equilibrada con mucha verdura y mover el culo de vez en cuando.
Pero toda tendencia tiene un límite. Y el nuevo -en realidad ya existía, pero sólo para el mercado profesional- aceite para frituras que acaba de lanzar La Masia podría serlo. Quede claro de entrada que no lo hemos probado y por tanto no vamos a valorar su calidad ni su sabor. Nada de eso. Estamos hablando de lo que llega al consumidor a través de la vista. De cómo se presenta y se vende.
Nada más verlo -muy destacado, por cierto, al ser un nuevo producto en el lineal del supermercado- llama la atención la etiqueta dominada por el el azul pastel, un color muy propio de productos bajos en calorías. Es el tipo de cromatismo que no se usaría jamás para un producto sabroso y contundente y más propio, por ejemplo, de quesos bajos en grasa y en sal.
Bien destacado en medio de la etiqueta la cifra 0,0. Es la idea que destaca, y por tanto cabe entender que este es su principal argumento de cara al consumidor: un aceite sin materia grasa. Exactamente igual que los yogures desnatados -por ejemplo- en los que esta cifra está bien presente. El concepto 0,0 en un yogur (una preparación, en principio, a base de leche) cuesta de entender. Pero en el caso de un aceite es sencillamente ridículo. Un aceite de oliva es pura grasa. Buena, pero grasa.
Quienes en pleno ataque de incredulidad se molesten en leer la etiqueta descubrirán que se trata de un aceite de oliva especial para frituras que consigue que los alimentos cojan un 50% menos de grasa al freír. Así que lo del 0,0 seguimos sin entender muy bien de dónde sale.
Por si queda alguna duda, nuestra enciclopedia gastronómica, La cocina y los alimentos de Harold McGee lo explica muy claro: «Las grasas y los aceites son miembros de la misma clase de compuestos químicos, los triglicéridos. (…) Los aceites son grasas líquidas».
Visto lo visto cabe preguntares si es lícito sugerir que un aceite comercial -no hablamos de aceites acalóricos que venden en farmacias- puede ser bajo o directamente sin grasa y, sobre todo, usar ese cuestionable argumento del 0,0 como gancho comercial. Incluso vamos un poco más allá, ¿de verdad un aceite de oliva refinado químicamente -con tan solo un 0,01% de aceite virgen– es más sano que uno de oliva virgen extra?
Somos conscientes de que estos interrogantes pueden aplicarse en mayor o menor medida a casi todos los productos light. Pero este caso es especialmente significativo de hasta dónde puede llegar el marketing para vender, llegando incluso a negar la propia naturaleza de un alimento. Un aceite sin grasa, el no va más.
Para nada un aceite refinado será más sano que un virgen extra. Tan solo hay que tener en cuenta que el aceite refinado es aceite al que se le han añadido (y después quitado) productos químicos para eliminar toda sustancia nociva para salud y quedarse con lo más básico: la grasa.
Pierde todas las vitaminas y antioxidantes que tiene un virgen extra y tampoco aguanta las altas temperaturas igual. Como bien decís, es todo un truco de marketing.
La verdad que la innovación y España cada vez van mas de la mano. Enhorabuena por estos descubrimientos y por la defensa de nuestro aceite de oliva