
Cuenta la leyenda que hay personas que estas pasadas fiestas todavía han recibido cesta de Navidad de su empresa. Teniendo en cuenta que tradicionalmente este aguinaldo en especie ya solía estar repleto de productos bastantes chuscos -de esos que aportan más volumen y peso que calidad- no hay que ser adivinos para suponer que este año la cosa habrá ido a peor. Donde había jamón -si es que alguien ha llegado a pillar una cesta de esas- ahora habrá chóped, para entendernos.
Total, que si somos de esos bichos raros con trabajo y cesta, llegado el 7 de enero es posible que nos encontremos con la despensa repleta de turrones que no tenemos intención de comer, latas de melocotón en almíbar -condenadas a hacerse amigas de las del año pasado, que todavía siguen ahí- algún roscón de vino, los infames coquitos a los que nadie hinca el diente… ¿Qué hacer con todo esto?
Como tirar comida es de lerdos, y lanzarla contra las ventanas de la CEOE en plan perfomance poética al grito de «¡Toma flexibilidad!» podría acarrearnos algún problema legal, hemos decidido afrontar esta vuelta al cole con una lista de recetas para aprovechar todas esas birrias gastronómicas. También ellas merecen una oportunidad.
– Mermelada de melocotón en almíbar. Aunque siempre está la opción de usarlo para montar un pijama -la madre de todos los postres viejunos- mejor si lo aprovechamos para hacer mermelada. Una lata bien escurrida, unos 150 gramos de azúcar (que bastante dulces son ya) y a fuego medio una media hora antes de triturarlo. Para darle un toque original, no estaría mal echarle un poco de jengibre o canela.
– Patatas a la riojana con ese chorizo «ibérico» fake. Si es que se le ve sin sacarlo del plástico, todo pálido y blandurrio. Ese chorizo tiene de ibérico lo que Ángela Merkel. Pero algo habrá que hacer con él. Primer paso, fuera del plástico y de la nevera -por supuesto- y dejarlo unos días para que se seque, a ver si conseguimos que mejore. Como los milagros no existen, en lugar de comerlo en crudo, lo podemos aprovechar para hacer unas patatas a la riojana. Que sí, que quedan mejor con un chorizo en condiciones, pero oye malas no van a estar.
– Arroz con leche y turrón. Una propuesta sacada del libro «No más platos de mamá» -que seguro os han traído los Reyes y del que pronto os hablaremos- y perfecta para aprovechar las provisiones de turrón blando condenadas a morir olvidadas al fondo del armario. La opción fácil sería picar un poco encima del arroz con leche. La más elaborada, añadirlo mientras se cocina. El sabor de la almenda le sienta bien.
Podéis animaros también con este turrón en dos texturas que os propusimos hace un par de Navidades. Un postre con el que quedaréis de lo más finolis en la próxima cena con amigos.
– Kalimotxo (o cómo aprovechar ese vino peleón). Además de exquisiteces, en Euskadi también hemos inventado cosas como el kalimotxo. Sí, no es el día para hablar de estos bebercios, pero cuando pasen unos días, en la primera fiesta que se tercie, aprovecha para dar salida a ese vino malucho que venía en la cesta: bebida de cola, bien de hielo y listo. Así evitarás la tentación de usarlo para cocinar. Eso jamás. Repite: jamás.
– Pimientos del piquillo everywhere. No sabemos porqué pero el bote de pimientos del piquillo de la cesta de navidad suele quedarse en el fondo de la despensa por los siglos de los siglos. La verdad es que hay miles de salidas para ellos: añadirlos a una ensalada, ponerlos en tiras sobre una buena rebanada de pan con bonito, hacer los tipicos pimientos rellenos de brandada de bacalao, podéis incluso animaros con estos hojaldres de chistorra y alcachofas con crema de piquillo tan molones. Todo dependerá de si son malos o tienen un pase.
– Spritz lambrusquero. Si en tu cesta de Navidad había una botella de lambrusco, deberías ir buscando otro trabajo o planeando una venganza contra los jefes. Aclarado esto, ahora toca librarse de la botella en cuestión. Llevarla a una cena puede suponer quedarte sin amigos -si tienes amigos normales, claro- así que hemos preferido ganarnos el odio de los italianos que estén leyendo esto. Lo decimos rápido, que es menos pecado: Campari o Aperol, lambrusco (si es blanco mejor), un poco de soda, hielo, aceituna y rodaja de limón. Spritz hereje al canto.
– Pulpo mutante de lata. Nos encanta el pulpo. Por eso odiamos profundamente el pulpo malo de lata, blandurrio y ahogado en algún salsa insufrible o en aceite malo. Sí, justo ese que te han colado en la cesta. ¿Qué hacer? Todo un reto. Lo primero es intentar devolverle algo de dignidad escurriéndolo bien y dejándolo un rato en aceite de oliva del bueno. Después podemos intentar colarlo en una ensalada -que lleve más cosas, para disimular mejor- o picarlo un poco y junto a unos pimientos de esos del piquillo que teníamos preparar relleno para una empanada.
cuantas cosas extrañas que aparecen en las cestas de navidad…
yo os propongo una mousse de turrón para dar salida a esas tabletas de turrón de jijona que vamos acumulando en las despensas
http://operacionfartumbi.blogspot.com/2014/01/mousse-de-turron.html
espero que os guste