Cuando nos ponemos estupendos -suele ocurrir bastante a menudo- nos da por entonar nuestro mejor acento y usar palabras inglesas para cosas tan normales como una tarta de queso y fresas. De las de toda la vida y perfecta para apurar la temporada de fresas. O de fresones, mejor dicho.
Pero no, no es esa típica tarta de queso con una base de galleta tan neoyorquina y tan vilipendiada en insufribles versiones refrigeradas o a base de sobrecitos y tal. Aquí la idea es coger como base un carrot cake -estamos obsesionados, sí- pero versionándolo con fresas y una cobertura potente de queso, que además tiene un toque más veraniego. Aunque, eso sí, como postre es una bomba. Mejor guardarla para la merienda o en plan plato único.
Ingredientes:
- 300 gr. de fresas
- 130 gr. de mantequilla (buena, a ser posible)
- 200 gr. de azúcar (mejor moreno)
- 3 huevos
- 200 gr. de harina
- 1/2 levadura tipo Royal
- Queso mascarpone
- Queso fresco
- Azúcar glass
- Colorante (opcional, claro)
La idea es muy similar a ese carrot cake que preparamos hace ya tiempo aunque, lógicamente, vamos a sustituir las zanahorias por un puré de fresas. Así que lo primero limpiamos las fresas -que no, que son fresones…- guardamos unas pocas para picar y repartir por la tarta y el resto las pasamos por la batidora. Reservamos.
En otro bol el procedimiento bizcochero clásico: batir el azúcar y la mantequilla hasta conseguir una mezcla bastante esponjosa e ir añadiendo los huevos. Si nos apetece separamos las claras y las batimos a punto de nieve (con una pizca de sal y tal) para añadir a última hora.
Añadimos el puré que hemos hecho con las fresas y los trozos de fruta picada. Podemos guardar alguna para decorar la tarta a última hora.
Por otro lado preparamos la harina y la levadura y le añadimos (opcional) una cucharadita de bicarbonato. Tamizamos (si no lo hacemos no pasa nada) y añadimos a la mezcla que teníamos preparada con el puré de fresas, la mantequilla, los huevos… Si no nos ha dado pereza batir las claras por separado, ahora sería el momento de añadirlas.
Mientras dejamos que descanse un poco la mezcla, ponemos a precalentar el horno a 180 grados y engrasamos un molde con mantequilla. En 30 minutos de horneado estará listo, aunque ya sabéis el sistema para comprobarlo: vamos clavando un cuchillo (pero sin destrozar la tarta, eh) y cuando salga limpio es que ya está.
Aprovecharemos el tiempo de horno para montar la crema. O el icing/frosting (¿hay alguna diferencia?) si nos ponemos finos. Puesto que se trata de un pastel de fresa y quesos, vamos a mezclar queso mascarpone con queso de untar, que aligere un poco la mezcla.
Dependiendo de los gustos iremos añadiendo azúcar y probando -con el dedazo, que no nos ve nadie- hasta encontrarle el punto de dulce que queremos. La idea es no cargarse el sabor a queso, que liga muy bien con el bizcocho de fresas.
Si queremos rematar la faena se pueden añadir unas gotas de colorante rojo a la crema para que quede rosa y la tarta sea más ideal. En blanco está igual de rica pero, oye, ya que nos ponemos…
Que buena pinta que tiene!!…que os pareceria sustituir el colorante por un poco de betabel/remolacha??…yo preparo un carrot cake versionado con remolacha…y para el frosting, en lugar de colorante, un poco de remolacha (se hornean con piel y envueltos en foil metalico hasta que se puedan pinchar con un tenedor) en la mezcla de quesos…y a darle con la batidora hasta que se disuelve completamente (cosa de 5 minutos)…queda muy bueno, con un color rosa fosforescente muy chulo y totalmente natural!!
Vale, gracias por su delicioso trabajo.
Salut!
[…] trata de una Strawberry Cheescake diferente y de una Carrot Cake con una deliciosa crema de lima. Advertimos que esta última es extremadamente […]
Oye sois geniales!!!!!
Pero vamos a ver mendrugos 🙂 y no será más fácil reservar unas fresas para triturarlas y así darle color al queso en vez de remolachas o colorantes. Por lo demás perfecto.