Tras la denominada carne vegetal, es el turno del pescado. Por ahora es una rareza, pero visto el crecimiento de este segmento de alternativas vegetales, todo hace pensar que dentro de no mucho las alternativas al pescado serán productos habituales en los lineales del supermercado.
Empezando por Vuna, un «atún vegetal» (todo con muchas comillas, como siempre) elaborado por Garden Gourmet, una marca de Nestlé especializada en este tipo de productos a base de proteína vegetal y que se plantean como alternativa a la carne y, desde verano de 2020, también a las clásicas latas de atún en conserva.
«La alternativa 100% vegetal con todo el sabor, la textura y la apariencia del atún, pero sin pescado», apuntan sus creadores. Que, por cierto, también recuerdan que las latas de atún son uno de los clásicos de la lista de la compra en España y que no suele faltar en ninguna despensa. De hecho, se calcula que el atún representa el 71% del consumo de conservas de pescado en España, según un estudio de 2021.
Pero, volviendo al producto, ¿realmente es similar en textura y sabor al atún real como se promete? Se repite lo que ya nos ha ocurrido al probar muchas carnes vegetales: depende de para qué se use. Y de con qué lo estemos comparando.
Evidentemente, aquí se trata de competir con el atún más corriente de lata, ese que al abrirlo no suele tener una forma muy definida y se presenta bastante desmigado. Vaya, nada que ver con una conserva de atún de cierto nivel, con sus lomos o ventrescas bien apetecibles.
También es importante tener en cuenta que no hablamos de un producto pensado para comer tal cual, con un poco de pan, sino como ingrediente en recetas. Lo hemos probado en ensaladas, como complemente de un poke, en un sandwich, y aquí es donde realmente funciona.
En algunos casos, salsas mediante, confesamos que nos costaría mucho distinguir si estamos ante atún o Vuna, porque son recetas en que el atún está, pero ni es el protagonista ni el sabor más definido, aunque sí aporta cierta textura y gracia al conjunto.
Elaborado a base de proteína de guisante (18%), la lista de ingredientes incluye agua, aceite de nabina, gluten de trigo, aromas, fibra de cítricos y sal. Por cierto, esperábamos algo más salado -al final se trata de potenciar el sabor-, pero el punto está muy bien conseguido, para ser razonablemente sabroso sin pasarse con la sal.
Otro detalle importante a tener en cuenta es que, a diferencia de la conserva de atún, esto en realidad no es una conserva, sino un producto que debe mantenerse refrigerado y con una caducidad relativamente corta, de un par de meses aproximadamente.
¿El precio? El bote de 175 gramos sale por más de 5 euros, así que tampoco es que sea muy económico. De hecho, cuesta más que otras alternativas al atún, más planteadas para tiendas especializadas en productos veganos que para la gran distribución.
Y, como estamos en 2022 y llevamos años repitiéndolo, nos saltaremos el eterno y cansino debate -¿para qué quiere un vegano comer algo que parezca atún?- y nos centraremos en lo interesante: una alternativa bastante bien conseguida al atún de lata que, como en el caso de la carne, tiene su público.
Si la vamos a enmascarar con salsas no hace falta que se parezca al atún la verdad. Toda alternativa a la sobrepesca es bienvenida, pero habrá que ver también el impacto de cultivar los ingredientes y fabricar el producto.
La eterna pregunta? Aún no te has enterado? Los veganos lo son por ética, no por sabor.