La preocupación por una alimentación sana ha conseguido que lo ecológico se haya convertido en una moda en las ciudades. Hay ciertos estratos de la población que, mientras no les afecta la crisis galopante y pueden permitírselo, se proveen de alimentos ecológicos en tiendas eco, webs y cooperativas de consumidores. Las conocidas cestas de verduras a domicilio.
En la mayoría de los casos el productor puede vender a precios más elevados y el consumidor recibe la mercancía sin intermediarios y por tanto productos más frescos, recolectados en su punto y, por supuesto, de cultivo ecológico. Una moda que ha supuesto un beneficio económico no sólo para los payeses de toda la vida sino también para empresas que han sabido subir al carro de lo eco a tiempo.
Esta es la visión de la buena alimentación desde las grandes urbes, alejadas del terruño pero ¿es necesario una etiqueta eco para garantizar un buen tomate, unos huevos o una mermelada? En el campo, en pequeñas explotaciones familiares no.
En nuestro reciente viaje a Francia hemos descubierto que allí la venta directa de granja, sin webs ni cooperativas por medio, es más que habitual. En carreteras secundarias los carteles de venta de verduras, fruta, carne, huevos o productos elaborados se amontonan.
Es una forma más de sacar rendimiento a la granja dando salida al exceso de producto. Esto se superpone a rutas organizadas de productos con DO como el queso Ossau-Iraty. Precisamente en una de esas granjas que produce quesos y vende directamente al público nos ofrecieron también conservas de axoa, un plato típico vasco de carne picada con pimiento, cebolla y ajo. Una conserva hecha en la casa pero con todas las garantías sanitarias como demuestra el sello de la tapa.
Aquí en España es más raro encontrar granjas que vendan directa y abiertamente al público. Ha habido iniciativas para regular la venta directa de productos agrarios en Navarra y se está estudiando en Asturias y Aragón. Lo más habitual es que este tipo de venta se haga en algunas cooperativas agrarias y en algunos casos en tenderetes al lado de la carretera – en temporada de setas por ejemplo -.
Sin duda este es un modelo solo aplicable a zona rural. Pero cuántos urbanitas aprovecharían los fines de semana para hacer una escapada a su granja favorita para llenar la nevera y, de paso, estar más en contacto con el proceso que siguen nuestros alimentos. Por ejemplo, Barcelona está a pocos kilómetros del Parc Agrari del Baix Llobregat y de la comarca del Maresme, dos importantes zonas agrícolas.
Lo que no tenemos muy claro es si la normativa legal y burocrática en España es más dura que en Francia o si tan solo es una cuestión de tradición. Porque seguro que con esta crisis a más de un agricultor se le ha ocurrido vender al detalle en casa y a más de un consumidor irse con el carro al campo.
Enhorabuena por vuestro blog. Lo he conocido por el artículo de El Comidista y me está gustando mucho. 🙂
No conozco la normativa española ni la francesa, pero supongo que quien quiera vender directamente tendrá que tener su registro sanitario y pasar las inspecciones correspondientes, emitir facturas, etc. Vamos, cumplir los requisitos que se les aplican a los demás productores y comerciantes.
Se puede discutir si la normativa actual beneficia a las grandes cadenas de distribución o no, pero creo que también protege al consumidor. Y no hablo de sellos ecológicos, sino de garantías sanitarias y comerciales.
Por otro lado, no sé si realmente se necesita más normativa. Supongo que la actual permitirá la venta directa, siempre que el productor esté autorizado a vender su producción para consumo humano y tenga una licencia para vender alimentos…