Más diversidad. Esa era la promesa de 50 Best cuando hace un tiempo anunció su nuevo sistema de clasificación que eliminaba de la lista a los que ya habían sido número uno. Pero está claro que la promesa se ha quedado simplemente en eso a la vista de la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo donde se repite lo de cada año: esto va de hombres.
Y es que parece que los responsables de esta influyente pero polémica lista han estado demasiado ocupados lidiando con los problemas de ego de los chefs como para ocuparse de otras cuestiones, como el tufo machista que, un año más, destilan estos premios.
De hecho, lejos de mejorar, la edición 2019 retrocede. Si el año pasado solo 5 cocineras lograban un puesto en el ranking de los 50 primeros, esta vez el número se reduce a 4 contando a Pía León, que comparte cocina con Virgilio Martínez en Central, en el puesto número 6 del mundo.
Por si no fuera suficiente, y para demostrar que las protestas relacionadas con el tema de género les importan bien poco, 50 Best se empeña en mantener el premio especial a la mejor cocinera que muchas chefs han tildado de ofensivo.
Es verdad que al menos este año la ganadora si está en la lista de los mejores del mundo: Daniela Soto-Innes, del restaurante Cosme de Nueva York que, más allá de este premio a la mejor chef, ocupa el puesto 23 de la lista.
Así que, mientras se suceden los chistes sobre una lista que se llama 50 Best pero ya se alarga hasta los 120 restaurantes, y las recurrentes críticas por la absurda posición y sencillamente la no aparición de grandes restaurantes, la ridícula presencia de cocineras en el ranking vuelve a ser uno de los puntos más lamentables de esta lista.
¿De verdad solo hay 4 cocineras entre los 50 mejores chefs del mundo? No, pero está claro que por ahora 50 Best sigue siendo una lista de hombres blancos europeos y americanos.
Por supuesto es solo una lista y puede poner las normas y establecer los criterios que crea. También es cierto que esto es solo un resorte más del enorme circo gastronómico mundial. Que estamos hablando de chefs, premios y egos sobredimensionados, no de política económica mundial o de derechos humanos.
Pero dado el poder mediático de 50 Best y la cantidad de titulares que genera, no parece una locura pedir un poco de responsabilidad. No hablamos de cuotas, como suelen decir siempre los de ni-machismo-ni-feminismo, sino de contribuir a visibilizar el trabajo de todas las mujeres que desde siempre han ocupado un lugar destacado en el mundo de la gastronomía y que por fin ahora reclaman también el espacio que les corresponde.