¿Quién quiere casarse con mi hijo? es, sin duda la sensación televisiva y tuitera del momento. Un programa que dificilmente habría alcanzado tan altas cuotas de popularidad sin la contribución de El Hematocrítico y su genial concepto de lo tróspido. Las noches de los jueves ya no son lo mismo sin esta delirante cita telivisiva y la cantidad de tuits ingeniosos que de él se derivan.
En LaGulateca queremos sumarnos al fenómeno con un ejercicio de ingenio, locura y morro a partes iguales: convertir a los hijos tróspidos en un plato. Este es el resultado.
Pedriño
Empezamos por Pedriño, gay y adoptado. Este coruñés de 30 años nos ha robado el corazón con sus estilismos imposibles y su extenso vocabulario en el que destacan las palabras vintagismo, marilycras o musculocas. Su madre, Mary, es lo mejor que le ha pasado al mundo del audiovisual en años. Por eso, para él nos hemos decidido por un plato gallego tradicional pero con ese toque de modernez que caracteriza a madre e hijo. Se trata de una empanada gallega con un relleno innovador: mejillones y chorizo. No os dejéis engañar por las apariencias y los prejucios. La empanada Pedriño os sorprenderá. La elaborán en el horno coruñés El Obrador de Mary y, si os pica la curiosidad, en Mumumío os las envían a casa.
Sigamos con Isidoro, vendedor ambulante. Vive en Almansa junto a su sentimental y entrañable madre, Dolores. Amante del botellón y las discotecas de polígono, tiene el superpoder de adivinar el número de pie que calza una mujer con sólo mirarla. Lo suyo son los poemas contemporáneos a la altura del famoso «naranjas, naranjas, limones, limones, una amiga como tú, vale millones». Eso y el buen comer, tal y como demostró en su cita con Alexandra hace un par de episodios. Aunque hemos tenido tentaciones de convertir a Isidoro en una tarrina de fuá o un capricho de buey al final nos hemos decantado por algo más de su estilo: café con leche y porras. Un delicioso desayuno que Isidoro habrá degustado más de una vez en el mercadillo en un día de trabajo o al finalizar una noche en la que se ha hartado de ejecutar su ya famoso baile de la mafia.

Gabi
Vamos con Gabriel, empresario y exmíster. El príncipe de Altea es todo galantería de boquilla envuelta en una imagen de Ken de edición de lujo numerada. Gabi sólo se rodea de gente guapa y exclusiva como él y junto a su madre, Toñi, hace todo tipo de cosas glamurosas como ir a comer a Ibiza en su yate de superlujo y volver a casa a tiempo para ver el Sálvame Deluxe. Su pelazo, unos modales impostados y unas estrategias de ligoteo que harían palidecer al mismísimo Barney Stinson son los atributos que mantienen a sus pretendientas enganchadas. Pero cuidado chicas, Gabi tiene un peligroso alter-ego culinario: sí, hablamos de esos noodles que te sirve tu amigo guayón cuando te invita a cenar a su casa. No te dejes engañar por las apariencias, no es más que un salteado oriental congelado del supermercado de la esquina.

Álvaro y Luis Carlos
Llega el turno de los mellis. Originarios de Bollullos del Condado, los mellis son el ejemplo viviente de porqué existen las guerras fratricidas. Álvaro – melli y romántico – es todo sentimiento y falta de personalidad. Influenciable y sosaina, se deja ningunear por su hermano Luis Carlos – melli y aventurero – que es todo lo contrario. Los hermanos compiten por todo: por ser el prefe de Paqui – su madre -, por camelarse al mayor número de pretendientes del otro, por ser el más machote del lugar… Entre ambos forman un plato combinado que resulta agradable en ocasiones pero que, degustado a determinadas horas y en exceso, puede hacerte pasar una mala noche. Ellos son dos huevos con patatas fritas en aceite mil veces racalentado acompañados de pisto y chistorra peleona.

Javier
Acabamos con Javier, escupefuegos y muy heterosexual. Puede parecer que la aclaración «muy heterosexual» es innecesaria pero, cualquiera que haya visto el look profesional del sevillano la encontrará muy adecuada. Javi está muy unido a su madre, ella es su mayor fan y no hay barreras entre ellos… Literalmente, el le sobetea los pechos, ella le depila el trasero… Vamos, lo normal en una relación madre-hijo tradicional. Bajo su fachada de hombre duro e independiente se esconde un corazón blandito y dulce. Por eso, su transformación en plato no podía ser otra que un postre, en concreto un plátano flambeado con brandy. Pretendientas, dejad que se apaguen las llamas y encontraréis la esencia de Javi, un bocado dulce, sencillo, caliente y con forma de falo.